A través del espejo

Sinceramente, me considero poco amiga de los programas que “entretienen” explicando todo tipo de cotilleos acerca de personajes considerados famosos. Lo mismo puedo decir de las revistas que se recrean en sus aventuras y desventuras. Sin embargo, al margen de todas estas noticias siempre quedan las relativas a las familias reales, que no podemos reducir a meros cotilleos sino que, habitualmente, trascienden más allá e, incluso, suponen, a menudo, noticias de estado.

Dentro de estas últimas, podríamos incluir la cuestión sucesoria que en los últimos años se ha estado planteando en Japón.

Es evidente que, a falta, hasta hace pocos días, de un heredero varón en la segunda generación de herederos al trono la solución más fácil era permitir heredar a una mujer y, así, tener, de nuevo, una Emperatriz y no un Emperador. Ignoro si se ha planteado una solución desde el nacimiento del único varón entre los nietos del actual Emperador. Lo importante es constatar que la familia humana, en ocasiones, en lugar de evolucionar adopta la actitud del cangrejo y, así, retrocedemos en la historia en vez de mirar adelante. En este caso, aun si miramos hacia atrás, veremos que hace varios siglos se admitía que una mujer accediese al trono en Japón. Ahora, a menos que decidan reconocer los derechos de Aiko, parece que no llegará a ser nunca Emperatriz sino que, por ser mujer, quedará relegada en favor de un varón. Y yo que consideraba a los países orientales, a pesar de sus tradiciones, un espejo en el que mirarse… En definitiva, será sólo si hablamos desde el punto de vista tecnológico.

Es evidente que, a veces, la tradición manda pero, en este caso concreto, incluso la tradición es más evolucionada que la propia actualidad. En fin, dejemos que sean ellos quienes decidan. Después de todo, será su Emperador – o su Emperatriz- de modo que la opinión de los demás, por fundada que sea, cuenta poco.

En España, es de suponer que no cometeremos el mismo error. De momento, al menos, nadie ha protestado porque se pretenda modificar la legislación vigente y permitir a una mujer heredar el trono.

Y, en el fondo, yo me pregunto: ¿qué motivo legítimo puede haber para relegar a una mujer  y evitar que pueda acceder a un título como éste? Será que no todos los niños tienen la misma suerte, desde este punto de vista o será, simplemente, una modalidad más de discriminación, tan habitual en nuestros días.

Tiempo habrá para comprobar qué ocurre en ambos casos pero, salvo sorpresas, de entrada es fácil suponer cuál será la solución en uno y en el otro caso. Tengamos paciencia. Tal vez, nos sorprendan aunque, de momento, no parece que así sea.