A través del espejo

Es curioso como, a veces, al sufrir pérdidas en nuestra vida diaria sólo nuestros sueños se atreven a dejarnos ver aquello que durante el día procuramos no pensar.
 
Cada uno puede aplicárselo a lo que mejor le parezca. A mí, me suele ocurrir con personas a las que, por alguna razón, hace tiempo que no veo. Entonces, acostumbro a soñar con ellos. No creo que tenga mayor importancia. Es sólo una anécdota más como muchas que nos ocurren de vez en cuando.
 
No deja de ser, sin embargo, curioso que haya personas que sueñen aquello que querrían y no tienen. Sería como una pesadilla pero al revés. Las pesadillas suelen ser cosas que temes y, en realidad, no te ocurren. Y, en estos casos, hablaríamos de sueños que tampoco son pero sí querríamos. Entre los estudiantes suelen ser frecuentes en época de exámenes. Será que nuestro subconsciente nos persigue y, lógicamente, no nos podemos librar de él.    
 
Si nos parásemos a preguntar a quienes tenemos alrededor qué sueñan o en qué no sueñan, tendríamos respuestas de lo más variopinto. Incluso, a veces, ni nos lo creeríamos porque, por dignidad, no nos atreveríamos, tal vez, a hacer lo que sí soñamos.
 
Nuestra mente no descansa nunca y aunque, en algunos aspectos, siga siendo un misterio, últimamente, se han difundido noticias sobre una investigación que, a través de lo que soñamos, permitirá casi «leer la mente». Lo lejos que se pueda llegar en esta dirección está por ver pero, de entrada, parece atractivo para quien se deja fascinar por los entresijos de nuestro cerebro.
 
A la espera de lo que en los próximos años podamos conocer sobre la cuestión, seguiremos viviendo nuestro día a día dejando para nuestros sueños el baúl de los recuerdos, que aparecen cuando nos vamos a dormir. Será que, en el fondo, ajena a nuestros sueños, la vida sigue.