A través del espejo

Nuestra primera noticia curiosa de hoy, del Boletín de noticias de ciencia y tecnología, nos habla de Asombrosas Similitudes Entre el Cerebro Humano y un Chip de Ordenador

Un equipo internacional de científicos ha descubierto similitudes asombrosas entre el cerebro humano, el sistema nervioso de un gusano, y un chip de ordenador.

Con frecuencia se compara el cerebro humano con un ordenador, pero aparte del hecho trivial de que ambos procesan información usando un complejo patrón de conexiones en un espacio físico limitado, nunca, hasta ahora, había estado muy claro si esto es así.

La investigadora Danielle Bassett (Universidad de California en Santa Bárbara) y su equipo, integrado por científicos de Estados Unidos, Reino Unido y Alemania, han descubierto novedosos principios organizativos cuantitativos que subyacen en la organización de las interconexiones presente en el cerebro humano, en la de los circuitos de ordenador de alto rendimiento, y en la del sistema nervioso de un gusano conocido como C. elegans.

Usando datos que están disponibles públicamente, incluyendo imágenes de resonancia magnética de cerebros humanos, un mapa del sistema nervioso del nematodo, y un chip de ordenador estándar, los investigadores examinaron cómo los elementos en cada sistema están interconectados entre sí.

Y descubrieron que los tres comparten dos propiedades básicas.

Una de esas propiedades es que el cerebro humano, el sistema nervioso del gusano, y el chip de ordenador tienen una arquitectura comparable a la de una muñeca rusa (matrioska), con los mismos patrones repitiéndose una y otra vez a diferentes escalas.

La segunda propiedad es que los tres cumplen con una regla usada para describir la relación entre la cantidad de elementos en un área dada y la cantidad de enlaces entre ellos.

El cerebro se caracteriza de manera similar por una conectividad precisa que permite funcionar al organismo, pero está restringida por los costos metabólicos asociados al desarrollo y mantenimiento de largos «cables», o neuronas. Dadas las restricciones similares en cerebros y chips, parece que la evolución y el progreso tecnológico han desarrollado las mismas soluciones para conseguir patrones de mapeo óptimos.

Y otra noticia curiosa nos habla de Las señales de tráfico que nunca te imaginarías, pero existen

Las señales de tráfico fueron concebidas para informar a los conductores sobre límites de velocidad, prohibiciones y posibles peligros con los que podrían encontrarse en la carretera, con el objetivo de prevenir posibles accidentes mediante la adecuación de la conducción a las circunstancias de la vía.

De unas pocas señales y muy claras hemos pasado a sistemas en los que proliferan los distintos tipos de advertencias y, en algunos casos, en vez de centrar la atención del conductor en la carretera pueden llegar a distraerle por el tiempo que puede llegar a tardar en descifrar el mensaje de la señal o incluso por la hilaridad que pueden llegar a provocarle.

Como en Internet hay de todo, también existe una web dedicada al Sign Spotting (www.signspotting.com), que sería algo así como «avistamiento de señales» en la que los aficionados a este entretenimiento recopilan fotografías de las señales más extrañas y bizarras que han encontrado durante sus viajes.

Llaman la atención, por ejemplo, las señales que para indicar peligro de atropello parece que están señalizando que caen hombres del cielo («It’s raining men»).

Los carteles situados en mitad de la nada también tienen protagonismo propio. Señalizan velocidad máxima en un lugar en el que ni tan siquiera parece haber carretera, o tramo con curvas en una zona en la que la peligrosidad más evidente es la inexistencia de firme.

Especialmente absurdo parece el cartel que limita el estacionamiento a un periodo máximo de 15 minutos en una zona de arena y dunas que rodea a una carretera desierta y en la que no se ve un alma en kilómetros a la redonda. La limitación, obviamente, no parece deberse a la gran demanda existente de espacio para aparcar.

Las señales de advertencia de peligro merecen también un apartado propio. Desde las que han diseñado en una ciudad rumana para alertar sobre la presencia de borrachos cruzando la carretera hasta la italiana que advierte de la presencia de prostitutas. No sabemos si el objetivo de esta última es que el conductor extreme la precaución para no atropellarlas o si pretende fomentar el intercambio carnal en la zona.

También hay señales que advierten de la presencia de ¡¿barcos?!, de la posibilidad de que el vehículo caiga al mar o de que nos encontremos a un hipopótamo cruzando la carretera.

Finalmente, las prohibiciones también se las traen. Hay señales que prohíben soltar improperios a partir de determinadas zonas y las hay que impiden el paso a caballos y camellos, dos especies peligrosas donde las hay.

Y nuestra última noticia curiosa nos dice que: Envían al gimnasio a un pájaro obeso en Sidney

Una kookaburra australiana será sometida a ejercicios personalizados después de haber engordado por comer salchichas hasta el punto de no poder volar.

La kookaburra comenzó a tener problemas con su peso cuando los residentes de un parque de Sidney comenzaron a alimentarla con las salchichas de sus parrilladas.

El pájaro pesa 565 gramos, cerca de un 40 por ciento más que un pájaro adulto normal de su especie, por lo que está tan fuera de forma que no puede volar.

«En la naturaleza habría comido animales pequeños como ratones o lagartijas enteras, pero las salchichas son demasiado para ella», dijo Gemma Watkinson, enfermera del hospital de vida silvestre Taronga Zoo de Sidney.

Un residente de Sidney llevó el pájaro al zoológico después de ver a algunos perros persiguiéndola en el suelo.

La kookaburra ha estado en el centro de rehabilitación para aves durante un par de semanas, con una dieta ligera diseñada por un especialista.

Después de un riguroso régimen de ejercicios con un entrenador personal durante tres sesiones al día, la kookaburra está ganando la batalla contra su panza, pero aún tiene algo más de peso que perder antes de estar lista para regresar a su hábitat natural.