A través del espejo

Acostumbrados como estamos a que el estado controle lo que tenemos que estudiar, pronto habrá que incluir una nueva materia.
 
La Comisión Europea aprobó el año pasado una Comunicación sobre educación financiera, en la que se pronunció en favor de una educación financiera para atender las necesidades de los ciudadanos. De ello, podrían derivar, evidentemente, ventajas. No ocurre lo mismo con otras materias más que discutibles que se tratan de imponer.
 
La Comunicación, entre otros objetivos, se plantea un mejora de la web dolceta.eu, interesante para el que tenga curiosidad por consultarla.
 
La información financiera es especialmente útil, por ejemplo, en materia de seguros o préstamos hipotecarios. Con un poco de educación financiera, tal vez se habría evitado que la Ley que regula la «hipoteca inversa» se hubiese aprobado con la redacción actual. En el debate parlamentario, partidos tan distantes como PP, IU o ERC propusieron enmiendas a la norma que permite la ejecución de todo el patrimonio del causante. Sin embargo, se acabó manteniendo la redacción que permite que se extienda la responsabilidad a todo el patrimonio por haber hipotecado una vivienda.
 
Así, nos encontramos con que una figura jurídica que podría haber sido útil en muchos casos, quede limitada a aquellos en los que se carece de hijos o de herederos a los que se pueda perjudicar.
 
Se ha perdido, desde mi punto de vista, una oportunidad para proteger a unas clases medias, propietarias, al menos, de su vivienda habitual, que, debido a la precariedad laboral, a la dificultad para conciliar vida laboral y personal, a los vaivenes sociales, en definitiva, van a llegar a la última etapa de su vida en unas circunstancias peores que las de la generación anterior.
 
Se podría haber optado por trasladar el riesgo que supone la determinación a priori de la longevidad de una persona al sistema financiero en lugar de gravar más a los ciudadanos. Buena falta nos hace algo más de educación financiera.