A través del espejo

Si nos paramos a pensar la cantidad de pequeños objetos, tecnológicos o no, que tienen como función hacernos la vida más fácil, nos daremos cuenta de lo dependientes que somos de sus prestaciones y lo difícl que nos sería acostumbrarnos a vivir sin ellos.
 
Sin necesidad de ser excesivamente snob en lo que a la tecnología se refiere, seguro que se nos hace complicado pensar qué ocurriría si no tuviésemos móvil. Tal vez ya no nos acordamos de qué hacíamos cuando no podíamos avisar que llegábamos tarde a una cita o no estábamos permanentemente localizables o no podíamos navegar por internet desde la palma de la mano.
 
Además, para los que nos gusta tener siempre el último modelo de todo, a pesar de que a los pocos meses ya tenemos que cambiarlo porque se nos ha quedado anticuado, hoy me he enterado que es imposible conseguir un I-phone en Ibiza. Ni se me había pasado por la cabeza que esto pudiese ocurrir pero sí, es cierto y vivimos en el siglo XXI, en el que las comunicaciones son cada vez más fáciles y rápidas. Veremos qué ocurre cuando las compañías aéreas empiecen a reducir frecuencias y destinos pero, de momento, no nos es excesivamente complicado ir de compras a cualquier otro sitio aunque no deja de ser sorprendente que Telefónica siga estas políticas de empresa pero, como yo no soy economista, sus razones comerciales tendrá aunque yo no las entienda ni comparta.
 
Antes de ser esclavos de estos pequeños ingenios – aún nos quedan otros por descubrir, como los e-books, que personalmente no comprendo porqué no tienen más éxito-, ya lo hemos sido de otros, tan imprescindibles que ni siquiera nos planteamos no tenerlos. Por ejemplo, ¿qué hacemos si estamos de viaje y nos hemos dejado el peine? yo, al menos, ir corriendo a comprar otro. Así, he conseguido acabar la colección de todos los modelos de una marca hasta que comercialicen otros nuevos, que espero que sea en breve porque dudo que deje de ser despistada, de repente, y, por otra parte, no veo ningún interés en comprar dos idénticos.   
 
A ver con qué nuevos aparatitos nos sorprenderán los creativos de turno para apelar a nuestras ansias consumistas