A través del espejo

Estos días, incluso para quienes no celebran la Navidad o no tienen el espíritu de Mr. Scrooge, cualquier excusa (el solsticio de invierno, por ejemplo) es bienvenida para estar de fiesta. Hasta la Defensa Aeroespacial Norteamericana (NORAD) se ha entretenido mostrándonos las supuestas rutas que Santa Claus ha seguido alrededor del mundo, y fuera de él para llegar a la estación espacial internacional, repartiendo regalos.
 
Habrán sido unos días de descanso, o, al contrario, de más cansancio, según cada uno, para volver, de nuevo, a la rutina.
 
Lo cierto es que estrenamos año y, lógicamente, dejamos otro atrás. Para los optimistas, tenemos un nuevo año ante nosotros. Para los pesimistas, hemos gastado un año de nuestra existencia. Como somos libres de ver el vaso medio lleno o medio vacío, cada persona puede elegir el suyo.
 
Hechos los correspondientes balances existenciales, lo que toca ahora es acabar de disfrutar de estos días, los que tienen fiesta, y los que no, siempre podrán entretenerse contando anécdotas.
 
Hace años, tenía cierta gracia el día de los Santos Inocentes por las barbaridades que se llegaban a hacer o explicar. Ahora, será que no estoy tan atenta o realmente no estamos de humor para ir explicando tonterías y ya no se celebra. No lo sé pero sea cual sea la razón hace mucho tiempo que no escucho ninguna inocentada digna de comentario alguno.    
 
Por si alguno piensa que se trata de una broma el tema de esta columna, puede olvidarlo rápidamente porque el día en cuestión no es hoy y aunque alguien pueda pensar que hay formas más inteligentes de ocupar el tiempo y gastar dinero, también es cierto que es una manera de humanizar un organismo que habrá tenido épocas en las que lo último que debían pensar quienes trabajan allí era en hacer animación para niños. Deseemos al NORAD paz y tranquilidad; así, a lo mejor, las próximas Navidades siguen la ruta de los Reyes Magos y a todos, Feliz Año.