A través del espejo

2025 empezó extraño y así sigue… Después de unas navidades más o menos plácidas en las que mi madre tuvo una infección de orina que se fue complicando a finales de enero y le supuso su primer ingreso hospitalario desde el parto de mi hermana. Se dice rápido pero eso fue en 1979, así que 46 años más tarde volvió a un hospital por una causa no tan alegre. Casualidades de la vida la ingresaron en maternidad.

Cuando parecía que ya estaba superada, le tocó a mi hermana. En fin, veremos cómo evoluciona.

Cuestiones de salud y domésticas aparte, ayer fue el día internacional de la mujer trabajadora, el tercero que me pilla sin trabajar desde mi excedencia. Cualquiera que me conozca, imaginará que echo mucho de menos el trabajo pero paciencia; es lo que toca.

Dentro de unos pocos días empiezo oficialmente el Máster General Sanitario, que no pensaba cursar porque imaginaba que con un Máster de Gestión y Dirección de RRHH ya encontraría algún trabajo que pudiese hacer desde casa dedicándome a la orientación laboral o similar pero parece que mi destino no se pone de acuerdo en facilitarme la vida laboral. Ofertas hay a montones pero con teletrabajo pocas y, de momento, ninguna ha sido para mí.

Hoy es mi santo, uno de esos días que pasan bastante desapercibidos porque el mío es un nombre un tanto pasado de moda. De todos modos, me hace ilusión celebrarlo y hacerme algún que otro regalito, que me da horas de satisfacción generalmente en forma de lectura.

Estos días son especialmente adecuados para sofá y mantita; el cielo está gris y la lluvia en forma de barro y de polvo amarillo-verdoso nos visita esporádicamente. Llevamos ya un par de semanas con una humedad que complica la vida a quien no se lleva bien con este clima pero que, como todo en esta vida, pasará.

Aunque ya esté bien iniciado el año, no quiero perder la ocasión de desear que 2025 sea positivo en todos los sentidos.