A través del espejo

Nuestra primera noticia curiosa de hoy nos habla de Museos:

Cualquier excusa parece buena para atraer visitantes a la ciudad que les acoge. Se ha perdido completamente el norte y encontramos museos dedicados a cualquier cosa. La noticia es que también existen algunos sobre asuntos tan disparatados que cuesta imaginárselos.

Hace tiempo que los museos dejaron de ser templos exclusivos de la alta cultura para abrirse a otras posibilidades. Sobre todo, la de hacer caja con atracciones turísticas con la primera idea llamativa que se les pasase por la cabeza a sus dueños.

Entre éstos, tenemos el Museo del arte malo (Estados Unidos)

El objetivo de esta colección de Boston es acaparar las pinturas más feas que existan. Comenzaron a mediados de los noventa en un sótano particular y ahora exponen en una sala de cine, concretamente en una galería junto a los lavabos de hombres. Se puede echar un vistazo en Internet a sus horrendos cuadros, desde “Giocondas” de cara rectangular a señoras desnudas cabalgando sobre langostas.

Otro es el Museo de sacacorchos (Italia)

El Piamonte italiano acoge esta exhibición de 500 sacacorchos de aluminio, hueso, lata, hierro, perla, bronce, marfil, plata o madera. Nacidos en el siglo XVIII, esta herramienta se ha ido perfeccionando en busca de la mejor manera de abrir una botella de vino. Esta atracción turística la regenta un farmacéutico de Turín que considera el descorche como “un ritual mágico”.

Y otro es el Museo del collar de perro (Inglaterra)

A esto se le llama ser específico. No es un museo de la mascota, ni de los perros, sino de los collares para darles un paseo. Por lo menos, está situado en el castillo de Leeds, un lugar precioso rodeado de un enorme parque. Acumulan ya cien modelos de collar que abarcan quinientos años.

Y otro es el Museo de parásitos (Japón)

¿No tienes plan durante una tarde en Tokio? Siempre queda visitar este edificio saturado de lombrices, sanguijuelas y el resto de parásitos intestinales que pueden alojarse en el cuerpo humano o animal. ¿La pieza estrella? Un bicho de nueve metros que se desarrolló dentro de un nipón que tuvo la mala suerte de comer sushi en mal estado. Lo mejor es que la entrada es gratuita y el museo se sostiene con la venta de “merchandising”.

Otro es el Museo de las falsificaciones (Francia)

Hoy se calcula que las falsificaciones mueven entre el 5 y el 7 por ciento del comercio mundial. Aquí se recoge una pequeña historia de este tipo de trampas, que por lo visto empezó en el 200 AC cuando los mercaderes de vino ponían en los corchos de sus ánforas el sello de vinateros famosos para elevar el precio de sus productos.

El museo contiene unos trescientos objetos, desde Barbies “piratas” a las que se les cae el pelo a los dos días hasta imitaciones de esculturas de Dalí o Rodin. Este museo parisino se sitúa en la calle del Faisán, palabra que en francés se usa también para denominar a los sinvergüenzas. En una de las salas del Museo se indica que cada año se fabrican 40 millones de relojes suizos falsos, cifra que duplica la producción de relojes suizos auténticos.

Y otro es el Museo de la trufa (España)

Nuestro país tampoco se libra de su cuota de exposiciones estrafalarias. En Navarra podemos visitar el museo de la trufa negra, con proyecciones multimedia sobre este “diamante negro” de la cocina y la posibilidad de asistir a una batida donde los perros buscan el preciado alimento. Lo mejor, por supuesto, es la tienda, donde puedes comprar trufa en brandy, jugo de trufa o queso trufado.

Por último, el Museo del calcetín (Japón)

No es por burlarnos de Tokio, pero es que no podíamos dejar de lado este despliegue de 20.000 muestras distintas de calcetines. Se especializan en los de tamaños grotescos (hasta 32 centímetros) y en los que llevaron distintas celebridades del país en ocasiones solemnes, ya sean cumbres internacionales o celebraciones deportivas.

Otra noticia curiosa nos dice que: Inventan cepillo de dientes solar que no necesita dentífrico

El doctor Kunio Komiyama, profesor emérito de odontología en la canadiense Universidad de Saskatchewan, acaba de diseñar el primer modelo de cepillo de dientes novedoso en los últimos años.

Para probar su efectividad, Komiyama y su colega el doctor Gerry Uswak buscan «conejillos de indias» que quieran probar su vanguardista diseño: el Soladey-J3X.

Este cepillo, fabricado por la compañía nipona Shiken, será probado muy pronto por 120 adolescentes en un ensayo en el que se comparará los resultados con los de un cepillo normal.

¿Y cómo funciona este cepillo? Bueno, en primer lugar no necesita pasta dentífrica. El cepillo viene equipado con un panel solar en su base que transmite electrones a la punta del cepillo a través de un cable de plomo.

El cepillo solar necesita una cantidad de luz similar a la de una calculadora solar, así que también podrán usarlo los que viven en tierras poco soleadas.

La teoría dice que los electrones deberían reaccionar químicamente con los ácidos de la boca descomponiendo la placa y matando a las bacterias.

Los desarrolladores ya han probado el cepillo con cultivos de las bacterias causantes de la piorrea, y según Komiyama, el Soladey-J3X ha demostrado que es capaz de provocar la «destrucción completa» de las bacterias.

El mes pasado, ambos investigadores mostraron en público su invención en una conferencia odontológica en Dubai, donde su presentación ganó el primer premio compitiendo con otros 170 proyectos.

Y otra noticia curiosa dice que: Pescan un tiburón de 2,5 metros cerca de Arenys de Mar

Un socio del Club Náutico de Arenys de Mar (Barcelona) ha pescado un tiburón de 2,5 metros de largo y 125 kilos de peso a más de cinco millas de la localidad costera, con una pequeña embarcación de seis metros.

La hazaña se produjo cuando el mamífero de sangre helada mordió uno de los anzuelos que pendían del palangre que el pescador, que iba acompañado por su hijo de diez años, había echado al mar.

Entonces empezó un forcejeo de «varias horas» con el tiburón, puesto que este animal «tarda mucho» en morir, ha remarcado Wynn-Edwards, que ha añadido que el hombre regresó con la pieza a bordo a las 20 horas.

«El pez se enrolló con el hilo de pescar», por lo que el pescador no podía dejarlo ir fácilmente, y por este motivo decidió cazarlo y llevárselo, ha relatado el directivo, que ha destacado la «valentía» del socio por una maniobra que ha reconocido «arriesgada».

Posteriormente, el tiburón fue limpiado y cortado para después ser congelado y repartido entre el pescador, que se llevó la mayoría del animal, y sus amigos.