De la elegancia
Posted on junio 29th, 2008 by henriettaPosted in Columnas | No Comments »
Es tan fácil percibir la elegancia como difícil describirla. Seguramente más de una vez nos habremos fijado en alguien, incluso un desconocido, por su elegancia y, sin embargo, si tenemos que explicar qué tiene de especial, no sabremos qué decir.
Ser elegante no es ni tener un «cuerpo 10» ni vestir la ropa más cara sino un conjunto de factores que hacen que nos fijemos en una persona sin saber bien el porqué.
Quienes sean aficionados a la prensa rosa, probablemente a menudo hablen de la elegancia de una u otra persona de una manera muy superficial. Normalmente fijándose en fotografías, que no nos ofrecen más que una imagen que fácilmente puede ser distorsionada. Es, sin embargo, en la realidad cuando se puede percibir realmente esta característica.
Será por ello que, en ocasiones, nos llevamos sorpresas al ver a una persona de quien tenemos una imagen estereotipada que, muy poco o nada puede tener que ver con la realidad. Sólo entonces podemos percibir este conjunto de cualidades innatas, que nos llevan a ver a una persona como «imitable». Y no me estoy refiriendo a ir corriendo a comprarse prendas de ropa o accesorios idénticos o parecidos a los que viste una u otra modelo sino a algo más complejo. Son las maneras lo que nos suele atraer y, a veces, incluso, sorprender.
Detrás de esta elegancia, innata y difícilmente «imitable» debe estar el secreto de la popularidad de algunas personas, que no sabemos explicar qué nos atrae de ellas pero es evidente que este «algo», que no podemos o sabemos calificar, nos lleva a fijarnos en ellos.
Seamos más o menos observadores y tengamos una mayor o menor tendencia a fijarnos en los demás, lo que es cierto es que podemos llevarnos una gran decepción si nos forjamos una imagen de alguien sin haber visto a esa persona en la realidad. Algo de eso habrá en los «amores platónicos» que muchos adolescentes experimentan por un cantante de moda, un actor… Del supuesto atractivo que vemos en la distancia al real puede haber una gran diferencia. Mejor, pues, fijarnos en la elegancia de quienes tenemos a nuestro alrededor, así nos evitaremos posibles decepciones.