Espíritu de contradicción:
Posted on octubre 1st, 2008 by henriettaPosted in Columnas | No Comments »
Es curioso comprobar como, a menudo, existen personas que basan sus decisiones y criterios en prejuicios, en lugar de atender a argumentos, tanto o más váliosos que los que usan, para desacreditar aquello que otros defienden.
Ocurre, en estos casos, que muchas personas actúan simplemente en base a un espíritu de contradicción sin pararse ni siquiera a pensar que podría existir una solución distinta de la que ellos sostienen.
Nos podemos encontrar en esta situación si pensamos, en la esfera personal, en una pareja que, a veces, solamente por llevarse la contraria son capaces de discutir por asuntos de lo más inverosímil.
Sin embargo, frecuentemente, también podemos encontrarnos casos similares en la vida pública. Así, podríamos pensar que lo único que importa es contrariar a nuestro adversario aunque se trate de defender lo absurdo. Seguramente, nos vendrá a la mente algún que otro ejemplo.
Sin entrar en utopías, podríamos pensar que, en el ámbito de la vida pública, en ocasiones, podría ser más políticamente correcto asumir los postulados de nuestros contrarios por considerar defendible lo que éstos propugnan o, simplemente, porque entran dentro del «arte de lo posible». No obstante, no suele ser así y podemos encontrarnos con auténticas contradicciones como ocurre a menudo en que un partido político defiende ante una instancia «A» y alguien de su mismo partido defiende todo lo contrario, ante otro organismo, por aplicación del principio de contradicción, en primer lugar, y, en segundo lugar, por pura incoherencia o, incluso, por ignorancia.
Tanto en un ámbito como en otro, lo suyo sería pensar antes de hablar, evitar, así, ser incongruente y tratar de ver el punto de vista del otro, que a lo mejor no es tan absurdo ni irrisorio, y no actuar tanto por prejuicios sino en base a argumentos meditados aplicando el refrán que dice que «rectificar es de sabios».