A través del espejo

Los que leéis habitualmente mi blog sabéis que no acostumbro a escribir anécdotas personales pero hoy va a ser una excepción.

Hoy he defendido mi tesis. Hacía tiempo que no me ponía tan nerviosa pero, al final, ha salido todo bien.

Recordaré este día como uno muy, muy especial… por muchos motivos.

368 días después de haber acabado de escribir la redacción definitiva de mi tesis, por fin, por fin, por fin… puedo decir que el esfuerzo ha valido la pena. ¿Por qué habrá gente que deja su doctorado a medias? No lo puedo entender. 

Mi día ha empezado a las 5.08 a.m. No he podido dormir más. Las rutinas aeroportuarias no han sido diferentes de otros días y, sin embargo, todo me ha parecido más lento… hasta que ha llegado el momento de entrar en la sala. Ahora me doy cuenta que no había motivo para estar tan nerviosa pero ahora es un poco tarde… Podría haberme dado cuenta antes.

No me faltan motivos para sentirme como en un viaje a unos años atrás. El motivo es fácil: después de 13 años de haber acabado mi licenciatura y unos cuantos menos de haber acabado los cursos de doctorado, volvía a ver al Dr. Luna en la universidad. Sí, ya sé que la mayor parte de los nervios se debían a esto… Por alguna extraña razón, quienes estamos habituados a escuchar que no nos entienden cuando hablamos, a que nos pregunten qué queremos decir cuando escribimos… agradecemos especialmente encontrar a alguien que «habla» nuestro mismo idioma. Puede ser una sensación extraña pero es real. Creo que puedo llamarla sincera admiración. 

Si muchas personas de altas capacidades acaban fracasando en sus estudios, la culpa es porque no encuentran a un Dr. Luna en su camino. Como me decía Roser, mi bibliotecaria favorita, minutos antes de entrar en la sala, «es mi talismán». 

Realmente a él le debo que yo empezase el doctorado y que ahora lo haya acabado. Ojalá todo el mundo pudiese encontrar a alguien que le aconsejase tan bien. Después de todo, fue él quien eligió a mi tutora y hoy le ha tocado ser el Presidente de mi Tribunal. 

Entre las cosas extrañas que tiene la vida, nos podemos preguntar qué «energía cósmica» nos mueve a encontrarnos a una persona en nuestro camino. No sé si será cuestión de energías o no realmente pero anecdótico sí es, en primer lugar, tener al mismo profesor de Derecho Civil durante 4 años, mudarme al acabar la carrera y convertirme en su vecina… con lo cual las veces que nos hemos encontrado han sido tantas durante tantos años… irme de Barcelona y, por alguna razón, encontrármelo prácticamente cada vez que vuelvo. Casualidades de la vida. En fin, hoy le ha tocado el papel de hacerme uno de los mejores regalos que alguien me pueda hacer: un Excelente «cum laude».

Si no hubiese estado tan nerviosa, seguro que hubiera disfrutado más de la comida posterior. El lugar era bonito, The Garden, del Hotel Juan Carlos. Hacía algo de calor sí, es cierto, y aunque había una tentadora piscina, no era el mejor día para bañarse pero estuvo bien. Me podría haber acordado de hacer fotos, claro, pero tampoco puedo pedirle más a mi memoria hiperactiva. Simplemente se me olvidó.

A todos los que me habéis escuchado, con paciencia, hablar del doctorado durante años y me habéis ayudado de alguna manera, gracias!!!