Posted on junio 24th, 2013 by henrietta
Posted in Sin categoría | No Comments » ¿Y por qué no? Si algo valoro yo en una relación de pareja, además de una necesaria coincidencia de objetivos vitales, es que dos personas se hallen en una misma fase de sus vidas. Si hace 50 años era impensable iniciar una relación a los 70, hoy parece que no lo es. La esperanza de vida facilita no sólo que haya personas nonagenarias más muertas que vivas sino, al contrario, que haya personas que se atreven a iniciar una relación amorosa como si fuesen quinceañeros y eso es siempre divertido o al menos a mí me lo parece ;-). Cuando dos personas de una más que desahogada posición económica se encuentran a estas edades, pueden llegar a vivirse auténticos cuentos de hadas… ni hijos ni trabajo ni ninguna de las preocupaciones existenciales que sufren/sufrimos la mayoría de mortales sino viajes, viajes y más viajes, vacaciones en lugares paradisíacos, una vida social, que ya me gustaría a mí… en fin, que creo que es una de esas experiencias que hay que compartir.
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Posted on junio 23rd, 2013 by henrietta
Posted in Sin categoría | No Comments » Últimamente estoy leyendo cosas bastante raras… algunas no vale la pena ni comentarlas pero otras sí me dejan una sensación extraña, sobre la que vale la pena meditar. La primera de esta semana ha sido a raíz de una entrevista de La Contra con un economista, cuyo nombre ya no recuerdo, que afirmaba que en una situación de crisis como la actual las únicas personas que pueden ser felices son aquellas que valoran la cultura por encima de todo. En primer lugar, porque los pobres no pueden ser felices ya que son pobres y, en segundo lugar, los ricos, obsesionados con el dinero, tampoco porque éste no es el mejor momento para incrementar sus recursos. ¿Será, pues, esta necesidad de cultura un medio de adaptación a las circunstancias?
El segundo motivo de reflexión viene a raíz de un artículo que leí ayer que, de entrada, hablaba simplemente de gustos musicales y por qué unas personas sí valoran la música, otras no… Sin embargo, lo realmente curioso no era el artículo en sí, sino la afirmación, casi colateral, de que hay antropólogos que entienden que la música tiene connotaciones eróticas y, de allí, que a algunas personas nos atraiga. Realmente, no diré que lo encuentro absurdo pero sí que no lo había pensado nunca. Creo que en lo último que pienso cuando escucho música es en erotismo ni siquiera escuchando canciones de amor… Está claro que no coincido con estos antropólogos y a pesar de tener recuerdos musicales creo que de todas las etapas de mi vida, nunca lo he relacionado con un recuerdo erótico. ¿Alguna opinión al respecto? De momento, voy a volver a unos momentos operísticos de Salomé de Strauss, a lo mejor algún día descubro que sí, que también asocio la música a ciertas connotaciones eróticas pero hasta este punto sigo pensando que a veces hay puntos de vista tan dispares que por ello resultan incluso absurdos para mí, al menos. Ah, y lo que es casi más importante o tanto, según este mismo artículo, resulta que el gusto por la música es una obsesión… ¿acabaré pensando que soy una obsesiva compulsiva porque me gusta la música? me da que no; fin de los absurdos por el día de hoy. Más bien será que últimamente no acierto con los artículos que leo ;-).
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Posted on junio 7th, 2013 by henrietta
Posted in Sin categoría | No Comments » Me pregunto qué tendrán de especiales aquellos días en que te da por pensar… Por algún motivo me siento una esponja emocional, es decir, si alguien a mi alrededor está feliz, se me pega ese sentimiento con una rapidez… que me permite sentir el abrazo que le dan a otro como si fuese propio. Lo mismo si alguien recibe un ramo de flores… Pero del mismo modo, aunque no tan intensamente, se me pega una sensación desagradable cuando alguien tiene un sentimiento negativo. Será por eso que huyo de personas negativas, de víboras que chupan energía porque realmente me agotan. Lo malo es que no se percibe automáticamente esa especie de «aura» que debemos tener todos y que a veces hace que nos apartemos de algo o de alguien que nos da «malas vibraciones». Tal vez el caso más exagerado que me ha ocurrido fue el de una amiga que murió en un accidente de tráfico. ¿Sería ella o su vehículo el que me daban malas vibraciones cada vez que entraba en él? A saber… lo cierto es que aquel día yo no estaba ahí… será porque aún me quedan otras buenas vibraciones que recibir, como el amor en la tercera edad, que consigue despertar en mí sentimientos de lo más tierno, como si me sintiese enamorada por primera vez y eso ocurrió una sola vez y hace tanto…
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