A través del espejo

Un día precioso; el sol hace que las fotografías luzcan más y el verde es aún más verde. En un ambiente religioso y festivo de terracitas y helados, me he encontrado con una monada de libro sobre Chopin. Suerte que revisé los libros que mi hermana me daba para vender el día de Sant Jordi y conseguir algo de dinero para Red Madre. Entre ellos, me he encontrado esta miniatura preciosa, que venderé, desde luego, pero que antes acabaré de leer, por supuesto find more.
La reflexión que me inspira no es para nada musical sino que, por algún motivo, me ha trasladado a La montaña mágica de Thomas Mann. Está claro que tener una enfermedad en una época u otra no tiene nada que ver. Mi tbc en el s. XVIII me habría matado y aquí estoy, sin embargo, sabiendo que estuve en buenas manos y que nunca sufriré secuelas. Pero antes hubo tantos y tantos que se fueron por culpa de esta enfermedad; supongo que entonces sería el equivalente a nuestro cáncer. El porqué de la enfermedad es otro tema, que hoy no toca. Hoy es más bien día de reflexión y de buenas lecturas, que no cada día hay tiempo y por la noche, de procesión.

Mezcla de últimas e intimidades = ultimidades. Una nueva palabra para añadir a la lista de invenciones propias más o menos esporádicas.
La verdad es que últimamente estoy poco productiva literariamente hablando. En lo que sí estoy trabajando y en serio es en mi novela. Queda tan poco tiempo de aquí a finales de junio que hay que aprovecharlo. El blog, sí, claro, por eso está medio abandonado. Lo retomaré. El trabajo de verdad, productivo… sigue.
Intimidades? Más bien pocas. El otro día me llevé un corte, no sé si era una indirecta o no. Alguien me dijo que desconfiaba de las personas «tan amables» ¿Que por qué me lo tengo que tomar como una alusión? Pues no sé, realmente nadie me ha dicho nunca que sea tan amable pero supongo que fue la mirada lo que me hizo pensar que era una indirecta… o no.
¿La crisis? ahí sigue pero no me preocupa tanto o tal vez sí pero ni me doy cuenta. Otras pre-ocupaciones atraen mi atención. De momento, a ver si puedo desconectar un poco, mi próximo rumbo es Colonia, en apenas unas horas si Dios quiere.
A la vuelta, mini crónica vacacional.

Y no sé por dónde empezar. Holanda resultó ser un bonito país envuelto en brumas. Rotterdam se reinventó después de la II WW y ahora sigue en la línea añadiendo edificios futuristas a sus calles. Amsterdam, por el contrario, es todo encanto conservado a través del tiempo que también se apunta a la moda de edificios puntuales de autor, como casi todas las ciudades, de hecho. Pasé un día estupendo en buena compañía y eso no es poco…

A la vuelta, más de lo mismo, trabajo… Lo bueno parece breve o lo es realmente; depende de como se mire.

A medida que pasan los días me estoy dando cuenta que la www del sr. Albaigés era como «El libro gordo de Petete» para adultos. Ahora ya no entro y no sé por qué pero es como un fin de ciclo o algo parecido.

Pasó Sant Jordi sin mucha pena ni gloria. O con más pena que gloria. Ya no recuerdo si lo escribí: vendiendo libros para Red madre cayó en mis manos un libro del sr. Albaigés. Sí, ya lo sé, el hombre propone y Dios dispone y a veces es más evidente que otras…

Próxima etapa: Köln en unos días. No sé si escribiré antes o después o mientras… veremos. Lo cierto es que me apetece y no sólo por la compañía. Es lo que tiene de bueno estar en la isla de moda. Cuando llega el verano en un par de horas vas a donde te apetece… después del verano pero llega el invierno y las horas dan más de sí, para leer, escribir… Escribir es lo que sabía hacer tan bien Mercedes Salisachs, que se fue… no sé si el cielo de los artistas será el mismo que el de los comunes mortales pero tengan o no, sea o no el mismo, ya vivieron en el cielo estando en la tierra y, al menos, nos dejan su obra para seguir disfrutándola y reflexionándola,

¡Buen fin de semana!, que es lo mejor que se puede desear a esta hora de un viernes…