A través del espejo

Acabamos de estrenar año y éste es un buen momento para darnos cuenta de la importancia que un humilde número tiene en la economía de todos nosotros. Hace poco estábamos agotando los últimos días del 2006. Ahora, ya en el 2007, no se si muchos o pocos pensarán en el resultado económico de las fiestas que acabamos de dejar atrás. Y todo por un número.

Siempre hemos oído decir que «un cero a la izquierda no sirve para nada» o que alguien o algo es «menos que un cero a la izquierda» pero no olvidemos que habría que especificar a la izquierda de qué porque no es lo mismo estar a la izquierda de la última cifra de un número que poner un cero delante de un número entero. En este último caso no notaremos diferencia alguna; en el primero sí. Así, no será igual este año que el 2017 o el 2027, por poner algún ejemplo. Muchas cosas que ahora son novedad dentro de una o dos décadas estarán obsoletas o, simplemente, ya ni existirán.

Si a alguno le divierte jugar con los números, ésta es buena reflexión para entretenerse un rato buscando en las efemérides de años anteriores casos semejantes para comprobar si un simple cero puede tener o no importancia.Aunque alguien pudiese pensar que iba a hacer una reflexión sobre lo mucho que gastamos y lo poco que ahorramos en estos días pasados, nada más lejos de mi intención. Al contrario. Hay otras actividades que también mueven cifras millonarias -aunque para algunos pasen desapercibidas- y son precisamente las efemérides.

Cada año que estrenamos lo hacemos con una serie de eventos que van a rememorar acontecimientos -muchos, descubrimientos; otros, simples hechos que tuvieron lugar- o nacimientos o defunciones de personajes privilegiados que dejaron parte de sí mismos en este mundo. Éste no es una excepción. Así, dejado atrás el Año Mozart, viviremos en éste celebraciones varias que tendrán siempre un mismo objetivo: mover cifras, en algunos casos astronómicas, al tiempo que nos permiten refrescar nuestra memoria o conocer lo que hasta ahora no formaba parte de nuestros recuerdos porque no estábamos aquí cuando ocurrió o simplemente porque no podemos saberlo todo en una época en que todo se vive tan rápido y en la que «saber» sí ocupa lugar pero no mueve al alza nuestra economía que, en el fondo, es de lo que se trata.