A través del espejo

A veces es cierto que lo que siente el corazón no lo comparte la razón y vv. Con 40 años ya tengo claro-clarísimo que en la vida no existen personas perfectas ni siquiera ideales pero esto que racionalmente es indiscutible, a veces emocionalmente se olvida y tiendes a pensar que quien te trata bien no es que sea la persona ideal ni perfecta pero si un eslabón en el camino hacia la felicidad hasta que… llega un día en que ese ideal se trunca y aparece el escollo en el camino. Lejos de catapultar a nadie al pedestal -eso ya hace muchísimos años que está aprendido que al pedestal no se sube nadie-, a veces el caparazón defensivo baja la guardia y piensa que estás ante alguien transparente y puedes dejar tus defensas al aire y ser simplemente como eres: un ser vivo vulnerable. Sin embargo, ahí viene la equivocación; nadie es transparente ni actúa de forma adivinable o previsible cuando quiere o piensa en perjudicarte. Y de esta actitud viene el batacazo, una y otra vez… siempre de forma diferente pero, al final, el resultado siempre es el mismo: minar la autoestima, violar el bolsillo y en el fondo te sientes una vez más engañada y como una serpiente a la que encantan con una cortina de humo.