A través del espejo

Seguro que estos días muchos desengañados de la política preferirían coger un vuelo con destino a cualquier país donde no estén en campaña.
 
Sin embargo, hay quienes sí se implican en los preparativos de uno de los pocos días en que la opinión de cualquiera tiene el mismo valor que la de los demás.
 
En un reportaje sobre los factores que influyen en el voto se explicaba que la decisión es más emocional que racional. No es extraño encontrar, a menudo, personas que se definen «x» y realmente están diciendo lo que defienden otros. No deja de ser una paradoja, que lleva a pensar que hay quien no sabe lo que está votando pero, en fin, parece que ser consecuente con uno mismo no es una característica esencial del ser humano.    
 
En el fondo, tendemos siempre a teñir las cosas del color que queremos verlas. Raramente todo es blanco o negro sino de todos los posibles tonos del gris. Y, salvo quienes tienen clarísima cuál es su opción, que nunca cambiarían, parece que hay una especie de marea humana que no vota a quien le parece bueno sino a quien le parece menos malo. Es una extraña sensación leer encuestas de las que se desprende que hay quienes valoran negativamente al partido en el gobierno y, sin embargo, parece que no descarta volverle a votar. De otro modo, no se explican los resultados de algunas encuestas. O algunos o todos los encuestados mienten. Realmente asombroso.
 
No menos interesante es conocer la percepción que medios de comunicación extranjeros tienen sobre el proceso electoral en España. Si barajamos la imagen que sobre diversos factores -economía, educación…- se nos ofrece, tanto desde España como desde medios europeos, en algunos aspectos, nos parecemos más a un país en vías de desarrollo que a un país occidental. Real y triste. Y, no obstante, el hombre es el único animal que tropieza dos veces en una misma piedra. Veremos qué hacemos esta vez para que no nos pase lo mismo.