A través del espejo

Franz Peter Schubert nació en 1797 en Austria y murió en 1828. Tenía sólo 31 años y, sin embargo, dejó una gran obra musical, propia realmente de un genio.

Como tantos otros músicos, Schubert fue un niño prodigio.

Aprendió con asombrosa facilidad piano y violín. A los 7 años ya estudiaba canto, órgano y perfeccionaba piano y violín.

Con 11 años ya fue el primer cantante en el coro de Lichtenthal.

A los 16 años había escrito su primera sinfonía y gran cantidad de obras y canciones juveniles.

Al mudar la voz tuvo que abandonar el coro y trabajó como maestro de escuela.

Por alguna razón, prefería tocar en reuniones íntimas de amigos y no en auditorios. Sólo en 1818 una obra orquestal suya fue estrenada para el gran público aunque lógicamente estrenó otras obras: dos óperas, por ejemplo, Los hermanos gemelos y El arpa mágica, cuya obertura titulada Rosamunda es una verdadera preciosidad, para el que tenga tiempo de entretenerse buscándola.  

Escribió varias sinfonías, abundante música sacra –alguna vez habremos escuchado el Ave María, ¿no?- pero el género musical en el que fue el más brillante  fueron los lieders, canciones para canto con acompañamiento musical, normalmente de piano, de los que compuso cientos.
  
Podríamos hablar, por ejemplo, de La bella molinera, que es un ciclo de canciones pero como he dicho hoy no escucharemos ninguna de éstas. El que tenga curiosidad y ganas de buscarlo pasará un buen rato evidentemente.

La bella molinera

Obertura de Rosamunda