A través del espejo

Hace unos días, en un curso, se planteó un debate sobre a qué nos referimos cuando hablamos de historia, en general. La cuestión venía a raíz de un libro de Christopher Dawson, en el que se llegaba a la conclusión de que la historia lo es siempre de la cultura.

Así, podemos hablar del término «historia» desde múltiples perspectivas: historia del Derecho, de la psicología, de la medicina y comprobar, por ejemplo, en este último caso, cómo se ha evolucionado desde las trepanaciones que practicaban los antiguos egipcios hasta la moderna neurocirugía. En todos estos casos, y en muchos más, estaríamos refiriéndonos a una visión sesgada de la historia, como lo sería también la historia de la política o de la economía.

Así pues, sólo podríamos hablar de historia desde un punto de vista global entendiéndola referida a la cultura en cuyo marco sí, efectivamente, se suceden acontecimientos políticos, vaivenes económicos y hechos que reflejan la evolución de los diversos campos del saber.

Toda cultura, asimismo, habría que concebirla enmarcándola en un contexto religioso. Ello suscita las grandes diferencias entre las culturas occidentales, orientales y el mundo islámico, por poner algún ejemplo, aunque, lógicamente, en cada una de éstas y también más allá existan particularidades que definan, a su vez, las diferencias entre unas y otras. No se trataría, sin embargo, de reducir la historia a un estudio de los fenómenos religiosos sino, simplemente, constatar cómo este sustrato se halla en la base de la evolución cultural, que sí conforma la historia tal cual la conocemos.

Es este sustrato el que determina que los distintos ámbitos geográficos descritos tengan una evolución paralela, que apenas llega a coincidir. También es cierto que, en nuestro contexto, cada vez se extiende más una corriente ajena a todo influjo religioso de modo que, tal vez, dentro de unos siglos ya no se pueda entender la historia desde este punto de vista aunque, con religión o sin, siempre se habrá de entender referida a un sistema de valores, que con certeza diferirá enormemente del actual.