A través del espejo

Días atrás estuve leyendo este libro de Patrick Lencioni, «Las cinco disfunciones de un equipo».
Leyéndolo he visto reflejada una situación que seguro que se da en muchos equipos sin que perciban lo tóxica que es. El principal problema es el individualismo: poner los intereses personales por encima del interés grupal, es decir, no darse cuenta que el interés propio no coincide con el de aquellos con quienes se interactúa, en este caso, en el plano profesional. El desastre puede ser monumental: renuncias de altos cargos, como estamos viendo hoy en día. Sin ir más lejos, en un mes he conocido la de dos personas próximas. Da que pensar.
No estoy diciendo con ello que la causa de estas renuncias sea el equipo o que sea sólo el equipo pero un buen equipo puede ayudar a sentir el apoyo que en estas posiciones habitualmente muy solitarias se puede echar en falta.
En EEUU tienen un serio problema con estas renuncias. Veremos si aquí se reproduce igual o, al menos, en escala proporcional. En todo caso, el despropósito es monumental. Si al menos sirve para que quienes renuncian encuentren un poco de paz y tranquilidad, habrá valido la pena pero las organizaciones tienen mucho que pensar. ¿Hasta que punto pueden quemar a sus empleados/directivos y hacer ver como que no pasa nada?
Y esto que es un problema a escala global también lo puede ser a nivel personal. ¿Qué ocurre con aquellas personas que no saben coordinar sus esfuerzos con quienes conviven o simplemente reman en sentido contrario al interés común? Es fácil pensar que muy bien no pueden salir las cosas. Pero no sólo a nivel doméstico sino de amistad, a nivel comunitario… En fin, filosofar es gratis. Lo importante es sacar buenas conclusiones y sobre todo facilitarse la vida y saber priorizar: mantener la esencia y prescindir de lo superfluo. Si algo/alguien no sirve para que nos sintamos mejor, cuanto antes se prescinda mejor en aras al bienestar no sólo propio sino, a menudo, común.