A través del espejo

Estamos acostumbrados a quejarnos habitualmente de tener mala memoria o a
escuchar a otros que lo hacen sin tener en cuenta que son tantas las cosas y
la información que nos llega a diario que es absolutamente imposible
recordarlo todo. Así, ocurre que no siempre tenemos mala memoria sino que
somos muy selectivos al recordar sólo aquello que tiene verdaderamente
importancia.

Sin embargo, cuando hablamos de memoria, a menudo, lo que hacemos es
recordar acontecimientos pasados que nos marcaron de uno u otro modo. Es muy
habitual que ciertos personajes se ocupen en escribir sus Memorias que
consideran dignas de conocimiento público o que, por alguna otra razón, les
permite estar durante algún tiempo a la vista de la opinión pública y ser,
por tanto, objeto de crítica, sea ésta positiva o negativa.

Hay quien opta por centrar sus memorias en una época determinada o fijarse
en ciertos hechos que fueron más destacables porque no olvidemos que pocas
personas han tenido una vida lo suficientemente apasionante para hacerla
pública desde la cuna hasta sus últimos días.

Habrá quien disfrute leyendo lo que les ha ocurrido a otros, según sea de
interés o no el autor de las mismas, y quien considere una mera anécdota que
alguien se entretenga haciendo públicos detalles de su vida. A mí, ni me
agrada especialmente ni me disgusta leer libros de memorias. Siempre depende
de quién sean las Memorias y la manera de enfocar la exposición ya que
podemos encontrarnos con escritos dinámicos que son agradables de leer y,
por contra, con auténticos «tostones».

Me parece que una manera bastante cómoda para el lector y para quien escribe
es estructurarlas a modo de entrevista con preguntas y respuestas que dan
pie a conocer mucho mejor a quien escribe y, especialmente, para el lector
es mucho más ameno. Será una opinión discutible pero me da la impresión que
siempre es mejor responder a una pregunta para agudizar la buena memoria que
ponerse a escribir divagando lo que parece dar pie a olvidar mucha más
información.

Queda siempre abierta la puerta a quienes sean lectores habituales de
Memorias para decidir si es así o es simplemente una opinión personal y, por
tanto, susceptible de ser discutida.