A través del espejo

Deprisa y corriendo ha pasado de nuevo un año y hemos llegado a las puertas
de la Navidad. En este mes tan «atípico» en el que de un puente, que más
bien parece un acueducto, pasamos a unas fiestas que cada vez más pierden su
sentido tradicional, volveremos a repetir los típicos deseos de felicidad y
tantas otras cosas que año tras año nos diremos unos a otros sintiéndonos
más o menos discos rayados.

Entre deseos pre-navideños, navideños y de año nuevo, sin embargo, no
olvidaremos a aquellos que, en contra de una creencia japonesa de que cada
persona elige como mejor momento para abandonar el mundo después de alguna
fiesta -sea navidad, su cumpleaños o cualquier otra…- deciden dejar de
estar entre nosotros en días tan poco oportunos. Y si nos paramos a pensar
realmente no es éste el mejor momento para desaparecer pero, claro, no todos
pueden decidirlo sino que, a menudo, ocurre sin más.

A mí no me deja de parecer digamos extraño que entre felicitación y
felicitación, que ya hace días que vengo escuchando, de repente, llegue un
mensaje que diga algo así como que en un momento tan poco propicio para
pensar en cosas tristes -la mayoría estamos pensando en el sentido más
festivo de la navidad- de repente a mí -quien manda el mensaje- me toca ir a
un funeral de alguien muy cercano. Esto lleva, inevitablemente, a la
reflexión de que «nunca llueve a gusto de todos» y, en ocasiones, existe la
posibilidad de que, aun yendo contra corriente, estas fiestas queden
diluidas por este tipo de circunstancias que no elegimos sino que
simplemente pasan. También es cierto, sin embargo, que parece ser la época
más propicia para algunos para pasar página y quedarse con los mejores
recuerdos lo antes posible y aparcar la tristeza aunque no todos sepan
hacerlo por igual.

Ocurra lo que ocurra, volveremos pronto a los tópicos de estos días y nos
seguiremos deseando todo aquello que unos y otros queremos sin excepción:
felicidad y a los tan repetidos y, asimismo, incumplidos propósitos de año
nuevo que afrontamos con buena intención pero que, en general, quedan sólo
en eso, en buenas intenciones y nada más ya que la voluntad humana y, en
esto no es una excepción, es, en ocasiones, limitada.