A través del espejo

No puedo creer lo que estoy leyendo… ¡Qué desfachatez!

“…No soy el tipo de persona que se mete con gente casada. De haber sabido que no eras un hombre libre, nunca habría perdido el tiempo contigo.”

Este hijo de puta me las va a pagar… Toda la vida a su lado… para enterarme de esta manera que me ha estado poniendo los cuernos con esta niña. ¡Cómo me la vuelva a encontrar se va a enterar de quién soy yo! Esta bruja engreída, que se cree que es alguien porque es joven y bonita. Se atreve a compararse con una señora como yo.

Y pensar que he sido tan tonta… ¿Cómo puedo no haberme dado cuenta que no era normal que Enrique trabajase tanto los fines de semana? “Me voy al despacho”, ¿un sábado por la tarde? ¿un domingo por la mañana? Y delante de mí, bromeando con ella como si fuesen dos viejos amigos…

¿Qué habrá visto Enrique en esta niña? ¿Cómo puede haber estado fingiendo de este modo? ¿Cuánto tiempo habrán estado engañándome? Y ella llamando al despacho y yo sin enterarme. Seguro que se ha creído que yo era sólo su secretaria. Cuando llegue, le echo la carta a las narices o mejor me espero a volver a casa. Sí, sí, claro, no puedo pedirle explicaciones delante de los empleados. ¿Qué pensarían? Por Dios, qué humillación.

¿Y si bajo a la cafetería a ver si están ahí tomando café? No, mejor no… no es buena idea. No podría resistirme. Creo que la agarraría del cuello y la ahogaría hasta que no le quedase aliento. Y este cabrón… ¿por qué tardará tanto en llegar si hace al menos media hora que salió de casa?

A buenas horas me doy cuenta… Si hasta el año pasado le escribí yo la felicitación de navidad pensando que era una clienta. ¡Me las vais a pagar!. Os lo juro…