Dolce & Gabbana:
Posted on noviembre 11th, 2007 by henriettaPosted in Columnas | No Comments »
De vez en cuando, hay campañas publicitarias que se recuerdan durante tiempo, por razones buenas o malas, y éste será el caso de Dolce & Gabbana.
El fin último de la publicidad es, evidentemente, llamar la atención y que nos fijemos en el objeto de la misma con el objetivo lógico de aumentar las ventas. Esto se puede conseguir de diversos modos: creando campañas que subliminalmente nos inciten a comprar, dirigiéndose a los más pequeños de la casa que, como tiranos que son a veces, no pararán hasta conseguir lo que quieren… También hay casos en los que la publicidad trata de provocar y ésta es la intención de la campaña a la que me refiero.
El significado erótico de la imagen en que -por si alguien no la ha visto- un hombre somete a una mujer con el beneplácito de quienes están observando la escena ha conseguido, precisamente, dar la imagen sexista que tan arraigada tenemos entre nosotros. Es cierto que por la expresión de los modelos nadie parece estar sufriendo ningún tipo de agresión pero, en el fondo, vemos lo que vemos y su significado sabemos claramente cuál es.
Provocar tiene su parte buena en el sentido de que se va a hablar más de uno, y hay quien es especialista en ello, pero también tiene su parte mala. Aunque no tenga que ver nada con la publicidad, en una ocasión, me tocó ver «actuar» a uno de estos agitadores o provocadores que, intencionadamente o no, consiguió enfadar a todos los que le escuchaban. Ocurrió en una conferencia sobre educación en la que el ponente, impidiendo una pregunta de uno de los presentes y con un simple gesto de desprecio hacia quien hablaba, logró rápidamente que la mayoría de los que allí estaban le obligasen a acabar antes de tiempo su intervención. Después, por supuesto, fue el tema de conversación de toda la jornada. El había conseguido su fin: provocar. El resto de ponentes tuvieron que limitarse a hacer de «comparsas» a quien había empezado el día desviando la atención hacia su actitud despectiva.
En este caso, ha ocurrido lo mismo. En lo que menos nos habremos fijado habrá sido en la calidad de las prendas que visten los modelos pero sí nos acordaremos del mensaje sexual que nos han transmitido. Si esto es lo que pretendían, tendremos que decir que es una buena publicidad. En caso contrario, se habrán equivocado.