«Los niños se gastan…»:
Posted on diciembre 29th, 2007 by henriettaPosted in Columnas | No Comments »
Hace un par de días estaba hojeando unos periódicos. De repente, en uno que estaba doblado leí el principio de un titular que decía: «Los niños se gastan…». Antes de acertar a abrir el periódico, me quedé pensando en qué querría decir aquella frase.
Lo cierto es que la noticia era de lo más banal: simplemente hablaba de lo poco que dura a los chicos el dinero semanal que les pueden dar sus padres. Sin embargo, más allá de la anécdota de la noticia quedan siempre unas reflexiones. Realmente, entendido desde otro punto de vista, los niños «se gastan», es decir, duran poco. No pretendo compararlos con un bote de pegamento o un paquete de cereales pero es cierto: en cierto modo, «se gastan». Basta para darse cuenta de ello ver a un niño cuando todavía es un bebé y verlo, de nuevo, pasado un año para apreciar el cambio. Así ocurre año tras año hasta que, finalmente, el niño o niña desaparece como tal y se convierte en un adulto en potencia que, después de superar la más o menos difícil adolescencia, «se habrá gastado» y dado paso a un mayor de edad con todo lo que ello implica.
Ser niño hoy, en una época de tantas comodidades, no es ningún reto sino simplemente disfrutar de los mimos y cuidados de los padres, juegos infantiles y demás… Lo que pueda ocurrir fuera del hogar ya es otro tema. No pretendo explicar el tan repetido acoso que algunos sufren en los colegios porque es más que sabido y, de hecho, no constituye ninguna novedad. Lo único que sí es peculiar es que hoy se habla de ello y antes no se le daba ninguna importancia, sin darse cuenta de lo mucho que esta situación podía llegar a minar la autoestima de alguien que, por ser todavía demasiado pequeño, no podía o no sabía como quejarse. La «solución» más radical -el suicidio- nos llega hoy desde países lejanos, como Japón, pero también empieza a haber casos en nuestro país. Ya se sabe que todas las modas se acaban pegando y, en este momento, ésta es la moda. Es otra manera de «gastar» a los niños hasta acabar, incluso, con su propia vida.
Pero como no sólo «se gasta» a los niños, también los adultos tienen su equivalente en edades en las que la inteligencia emocional debería brillar por su presencia. Así, los casos de violencia, sea doméstica sea en el ámbito laboral, se repiten como si de una «peste» se tratase. Y, realmente, así es: la peste de nuestros días se denomina violencia en cualquiera de sus formas y «gaste» a quien «gaste».