Etimologías curiosas V:
Posted on junio 26th, 2009 by henriettaPosted in Un poco de todo | No Comments »
Vamos a ver algunos orígenes curiosos de palabras comunes:
BENJAMÍN: aludir al benjamín para referirse al hijo menor y más querido por sus padres viene de antiguo, desde Jacob. Benjamín fue el duodécimo hijo de Jacob y Raquel. Nació en Belén hacia el año 2297 a JC. Jacob lo llamó Ben-imini, que en hebreo significa “hijo de los días”, de los viejos días, si acaso, para referirse a que había nacido cuando él ya estaba en edad muy avanzada.
EMBUSTE: a mediados del siglo XVI andaban por Europa, principalmente por Italia, embaucadores, que decían vende remedios secretos. Entre estas panaceas preconizaban un ungüento prodigioso y para probar su eficacia se echaban plomo derretido en cualquier parte del cuerpo y aplicaban de inmediato el ungüento sobre la parte afectada, simulando que se habían curado instantáneamente. Pero antes, habían resguardado la piel con alguna preparación adecuada para resistir el calor. La gente que asistía a esa prueba se quedaba maravillada y compraba el ungüento, dando a los vendedores el nombre de embustidores, para significar que eran “in-ustidores”, es decir, incombustibles porque no e quemaban. De ahí deriva la palabra embuste.
LECHUZA: el nombre viene del latín “lecythus” y éte, del griego “lecythos”, que significa aceitera porque el pueblo creía que esta ave bebía en las iglesias el aceite que mantenía encendido el fuego sagrado.
COBARDE: esta palabra viene del latín “cauda”, que significa cola ya que en su sentido estricto se refiere a los animales asustados, que llevan la cola entre las piernas. Pero, por extensión, se refería también a la cola de un ejército en campaña, donde procuraban estar los que querían eludir el combate y a los que se llamó cobardes.
MAGNOLIA: el nombre de esta flor se lo dio Carlos Linneo, naturalista y médico sueco, en honor de Pedro Magnol, que vivió entre los siglos XVII-XVIII y fue profesor en el Jardín Botánico de Montpelier, donde realizó importantes estudios y fue el creador de la clasificación de las plantas por familias.
RINOCERONTE: esta palabra procede del griego “rhinokeros”, compuesto de “rhinos” (nariz) y “keras” (cuerno), es decir, que tiene un cuerno en la nariz.
Otra palabra curiosa: BÁRTULOS: esta palabra tiene su origen en un célebre jurisconsulto italiano: Bártulo de Sasso-Ferrato, que vivió en el siglo XIV y con cuyos libros iban los estudiantes cargados a sus clases. Después, este nombre se refirió no sólo a libros sino también a otros objetos.
ESTILO: procede del latín stilus y éste del griego stylos. Así se llama la punzón con el cual escribían los antiguos en tablas enceradas. Posteriormente, pasó a designar la manera de escribir o de hablar peculiar de un escritor o de un orador, o sea, una especie de sello de la personalidad de cada uno.
Y otra palabra, en desuso, pero que tiene una historia peculiar: ESCLAVO: del latín sclavus y éste del alemán slave, eslavo o prisionero. La palabra procede de tiempos de Otón I el Grande (siglo X), primer emperador del Sacro Imperio Romano-Germano, en que los germanos invadieron los pueblos eslavos, tomando prisioneros que redujeron luego a la esclavitud. Por esta razón, el nombre eslavo sirvió desde entonces para designar a quien carecía de libertad por estar bajo el dominio de otro.
JINETE: palabra de origen curioso, que procede del árabe “zanata”, nombre de una tribu berberisca, famosa por su destreza en la equitación.
LADRóN: viene del latín latro y con ella originalmente se designaba a un soldado mercenario de la escolta del rey. Sin embargo, al cabo del tiempo cundió la desmoralización entre los “latrones” por falta de pago. Entonces comenzaron a asaltar y a robar a los viajeros en los caminos. Por ese motivo se dio igual nombre a todo el que robaba en despoblados o senderos apartados.
Y la última, por hoy, es IGLESIA: que procede del latín ecclesia y ésta, del griego ekklesia, que significa reunión, asamblea convocada. En los primeros tiempos del cristianismo, se dio este nombres a los que practicaban esta religión; posteriormente se denominó así el templo, como edificio o lugar público donde se realiza el culto pero seguimos manteniendo también el concepto original.