A través del espejo

Cuando hablamos de adicción pensamos, en general, en un vicio o consumo excesivo de alguna sustancia. Así, el objeto principal de las adicciones son las drogas, el alcohol… Sin embargo, las adicciones, o para mí, una especie de obsesiones, pueden tener diferentes «protagonistas».

Hay quien es adicto simplemente al café o a la coca cola, yo misma, por ejemplo. Sin embargo, hay otros tipos de adicciones a cosas de lo más variopinto. En estos casos, el término adicción puede perder parte de su connotación negativa.Una de estas adicciones que más me sorprende es la moda, desde hace ya unos años, de los libros de auto-ayuda. Recuerdo que la primera vez que vi uno de estos libros fue hace 15 en la mesita de noche de una amiga. A mí, que me encanta leer nunca me había llamado la atención ninguno de los títulos que puedes encontrar en una librería bajo denominaciones -invento- como: «Cómo ser mejor jefe» o «Cómo aprender a seducir»… De entrada, me parece, incluso, ridículo. No obstante, esta idea ha sido fructífera hasta el punto de encontrar librerías especializadas única y exclusivamente en este tipo de publicaciones, que tratan de modelar la conducta humana para lograr mil y un éxitos en materias de lo más variado. Algún mérito habrá, pues, que reconocerles por cuanto tantas personas se sienten atraídas por este tipo de lectura.

Sinceramente, una vez leí uno de estos libros. Apenas recuerdo su título aunque sí se que tenía algo que ver con el queso… Desde mi punto de vista, la razón de que haya tanta gente adicta a este tipo de publicaciones tiene que ver con el hecho, ni bueno ni malo, de que son muy fáciles de leer, es decir, requieren muy poco esfuerzo. Creo que son la antítesis de los libros infantiles que sí requieren cierta dosis de imaginación a los más pequeños y que, visto lo visto, la mayoría pierden con los años.

Lejos de tratar de desprestigiar este tipo de literatura, humildemente considero que son objeto fácil de adicción para multitud de personas que buscan en las páginas de un libro la solución a sus problemas. Lo cierto, sin embargo, es que difícilmente podemos encerrar en éstas soluciones mágicas a los conflictos que la vida diaria puede plantearnos. En el fondo cada uno debería poder escribir su propio libro en el que plasmar las «recetas» que le han sido útiles para enfrentarse a sus retos personales y profesionales y que constituyen su propia experiencia.