A través del espejo

Que las personas al elegir podemos equivocarnos es una realidad que vivimos a diario. En cualquier circunstancia que nos exige optar por un camino, que necesariamente supone renunciar a otro, estamos abiertos a esta posibilidad. Otra cosa diferente es cómo asumamos esta equivocación o que pensemos, por el contrario, que no hay error posible sino simplemente diferentes alternativas que tienen cada una sus riesgos y, al no saber qué habría ocurrido si hubiésemos elegido «b» en lugar de «a» el error podría haber estado en la otra opción y no en la que hemos escogido aunque ésta tampoco resulte como habíamos previsto.

Ante estas circunstancias, siempre acabamos recordando aquellas críticas o meros consejos a los que prestamos nula atención y que podrían habernos sido útiles. Sin embargo, por orgullo o por otras diversas razones, acostumbramos a escucharnos sólo a nosotros mismos cuando deberíamos pararnos a pensar si los demás tienen o no razón. Lo cierto es que «el hombre es el único animal que tropieza dos veces en una misma piedra» y cambiar esta tendencia no es precisamente fácil. En fin, deberemos seguir aprendiendo de nuestros errores para saber algún día hacer caso de las críticas que, a menudo, con buena intención nos hacen.

Siguiendo con esta idea de aprender de las críticas, la Comisión Europea ha declarado este año 2007 el «año europeo de la igualdad de oportunidades para todos». Como es habitual también, yo dudo mucho que este tipo de celebraciones sirva para obtener resultados efectivos pero «queda bonito». No obstante, pasado este año, la igualdad seguirá siendo una declaración de principios sin ninguna aplicación práctica por la simple razón que la esencia humana y la tendencia natural es a la desigualdad, a la diversidad -positiva pero también negativa-. Y, así, ocurrirá que 250 años después de la celebración de este «año europeo de la igualdad» nuestra existencia seguirá siendo esencialmente desigual del mismo modo que 250 años después del nacimiento de Mozart, los más capaces siguen pasando por este mundo con más pena que gloria y nadie hace lo más mínimo para que deje de ser así, aunque haya críticas en este sentido, por la simple razón de que aprender de éstas no es fácil y sí lo es, sin embargo, dejar que los acontecimientos discurran de manera natural sin hace nada de nada.