Casualidades de la vida:
Posted on noviembre 28th, 2007 by henriettaPosted in Columnas | No Comments »
Esta mañana me he estado riendo un montón, disimuladamente, claro, pensando en las anécdotas que a menudo nos ocurren y que nos dejan bastante perplejos.
La causa ha sido que, esperando el bus, dos chicas se han puesto a hablar. Una de ellas le dice a la otra: ¿De qué te conozco? y la otra le responde: “Pues no se pero tú también me suenas de algo”. Así, ha empezado una conversación en la que se han interrogado acerca de todos los posibles lugares o motivos por los que podían haberse conocido antes y que no recordaban: viajes, lugar de residencia, trabajo, conocidos… Evidentemente, como no tenía un cronómetro delante no se cuánto tiempo han estado hablando al respecto pero sí el suficiente para que llegase el bus y descendiéramos de él al final del trayecto, en la misma parada. Durante todo este tiempo han sido incapaces de encontrar cuál era la causa por la que se recordaban. Al final, han concluido que sólo se habían visto durante cinco veces en el mismo autobús.
Yo me he quedado pensando en cómo nuestra mente, a veces, nos pone este tipo de “trampas” haciéndonos creer que algo nos es familiar cuando no es así realmente. A mí, me ocurre, de vez en cuando, que al hablar con alguien o pasar por un lugar me resulta familiar y seguramente no he hablado del mismo tema con esa persona ni habré pasado por ese sitio antes pero, por alguna razón, a mi cerebro le recuerda una situación anterior. Sólo es una anécdota, sin más pero siempre divertida, ¿cómo no?, al igual que lo ha sido la conversación que indiscretamente –contra mi costumbre- he escuchado esta mañana.
Será que al acercarse el período vacacional lo que menos nos interesa es seguir nuestras rutinas y los comportamientos que habitualmente nos caracterizan e incluso, en este sentido, nos tomamos vacaciones. Sea cuál sea la causa, lo cierto es que hemos llegado a la época del año en que nuestra vida vuelve a tomar un ritmo más lento –la culpa es del calor, claro, nunca del cansancio acumulado durante todo un año sin vacaciones-. Salvo aquellos que están precisamente ahora en su actividad más frenética, el resto de humanos –niños y adultos- disfrutamos ya o estamos, al menos, pensando en desconectar de nuestra rutina, evadirnos aunque sea sólo con la mente y recargar nuestras pilas para aguantar un año más de intensa actividad. Esta es la razón seguramente de que necesitemos estas pequeñas anécdotas para reírnos un poco de la naturaleza humana y de los engaños que nuestra propia mente nos proporciona para dejar de poner cara de póker y, ¿quién sabe?, como en el caso que antes explico, iniciar al menos una amistad.
Reirse, aunque sea de uno mismo, es siempre sano y estas casualidades nos permiten, aunque sólo sea por un rato, ejercitar nuestros músculos de la risa de vez en cuando.