¿Crisis?
Posted on noviembre 17th, 2008 by henriettaPosted in Columnas | No Comments »
Si hace un tiempo había quien se atrevía a negar que hubiese crisis, a día de hoy dudo que alguien pueda hacerlo. Así, resulta que quienes llevaban tiempo diciendo que se avecinaban las «vacas flacas» no eran agoreros sino que estaban en lo cierto.
Por alguna razón, hay quien tiene más habilidad que otros para ver las consecuencias futuras de las circunstancias actuales. Así, haciendo uso del refrán que dice «cuando el río suena, agua lleva» no han sido sólo sospechas infundadas sino indicios claros de que se acababa una época, más o menos optimista, que volverá, por supuesto, pero habrá que esperar un poco.
Personalmente, es la primera vez en mi vida que soy consciente de lo que significa una crisis económica. Es evidente que no todo está escrito en los libros y no es lo mismo saber que sí, «érase una vez el crack del 29 o la crisis del petróleo del 73…» que vivirlo. La crisis del 29 queda, ciertamente, muy lejos allá por los «locos años 20» pero a día de hoy la realidad empieza a ser un poco menos optimista de lo que había sido hasta ahora no sólo para los «baby boomers» sino, en general, para muchos. No obstante, de todos es sabido que hay quien no se ve afectado por este tipo de crisis.
De todos modos, tal vez lo más inquietante sea esta sensación de incertidumbre sobre si hay realmente quien se esté preocupando por hacer algo o simplemente se acepta como una consecuencia más de la globalización en la que sí, es cierto que estamos inmersos pero no puede servir de excusa este argumento para negar la necesidad de generar confianza. A día de hoy, tal vez sea una percepción personal, pero me parece que no hay mucha. Y pondré un ejemplo muy simple: los bancos y las cajas, que han estado concediendo hipotecas confiados en unas previsiones demasiado optimistas, han puesto tal freno que personas que intentan renegociar su deuda prolongando el plazo ven como reciben un «no» por respuesta a pesar de mantener todas las garantías que hace unos años fueron más que suficientes.
La solución probablemente pasaría por un punto medio: no haber tenido tanta «manga ancha» antes ni ser tan exageradamente restrictivos ahora. Pero como nadie ve más allá de donde ve, ahora estamos donde estamos y, sin ánimo de ser cínica, como dice el trabalenguas: «el cielo está enladrillado. ¿Quién lo desenladrillará? El desenladrillador que lo desenladrille, buen desenladrillador será.»