De los límites humanos:
Posted on diciembre 20th, 2007 by henriettaPosted in Columnas | No Comments »
Vivimos en una sociedad cambiante. Acostumbrados a una existencia lo más cómoda posible, vemos como a nuestro alrededor las circunstancias varían sin que, en ocasiones, podamos evitarlo.
Esta certeza -matrimonios de usar y tirar, relaciones de todo tipo que van y vienen- me llevan a plantearme cómo es posible que haya personas que sueñen o, al menos, deseen que el ser humano llegue a ser inmortal.
Si en otras épocas, quienes ahora son mayores, tuvieron que vivir de manera penosa, ahora, por razones distintas, también nos toca experimentar otros motivos que causan inseguridad. No sabemos, los que somos jóvenes hoy, qué significa vivir una guerra -ni ganas- pero sí que la estabilidad que caracterizó a otras generaciones no nos es propia. Al contrario, de diveras formas tenemos que experimentar la falta de control sobre nuestras propias vidas y el vaivén que esto significa. Ciertamente yo nunca apostaría por la inmortalidad porque lo que hoy es blanco dentro de cinco años puede ser negro, o al revés. ¿Quién puede querer realmente no poder abandonar nunca este mundo sin saber apenas lo que puede ocurrir en breve tiempo?
Siempre que he tenido la oportunidad de conversar con alguien que por razones «x» está plenamente convencido de que la inmortalidad es el fin último de todo ser humano me ha quedado la sensación de pensar que no sabe realmente lo que está diciendo. Al menos, a mí, me disgustaría profundamente. La razón es muy simple: ¿cómo podemos desearnos vivir cambios tan profundos como los que la historia nos enseña si el ser humano es limitadamente adaptable? Supongo que es un tema abierto a discusión pero soy escéptica en cuanto a que alguien pueda convencerme de lo contrario.
En el fondo, no es un tema que me preocupe demasiado porque, de momento, es más que imposible. Sí hay, sin embargo, otras cuestiones más preocupantes actualmente en relación al mismo tema. Así, yo comprendería que se apostase por una vida ilimitada si nuestro grado de previsión fuese mayor pero dado que la realidad nos muestra cada día que no es así, prefiero quedarme como estoy y sino que pregunten a los norteamericanos si ahora les parece fácil la guerra en Irak. ¿Alguien había previsto un nuevo Vietnam? Y es que nuestra condición de adivinos deja bastante que desear.