De los malos tratos:
Posted on diciembre 8th, 2007 by henriettaPosted in Columnas | No Comments »
Cuando hablamos de «malos tratos» nos vienen a la mente aquellas situaciones
que acaban, trágicamente, en muerte o lesiones graves.
Sin embargo, hay otras muchas formas de maltratar a una persona. En
ocasiones, incluso, puede ocurrir que esta situación pase desapercibida,
salvo para el maltratador y para su víctima, por supuesto.
Hay, ciertamente, personas que, por alguna razón, tienen tendencia a ser
maltratadas. Esta circunstancia puede afectar a su vida personal o
profesional. Recordando nuestra época de colegiales, siempre ha existido la
figura del «matón», que se ha enseñado en hacer la vida imposible a su
víctima. Lamentablemente, es probable que esta misma persona, cuando crezca,
sufra «mobbing». No obstante, también puede que sea su hogar el escenario de
conductas violentas. Lo más instructivo sería que el propio maltratador
fuese, alguna vez, maltratado.
Baleares es la Comunidad Autónoma donde mayor número de denuncias se
producen en proporción al número de habitantes lo que pone fin a la idílica
imagen de los isleños como personas amables y hospitalarias.
También es cierto que hay otras formas de maltratar sin llegar a provocar
una actuación judicial. Así, es maltrato el desprecio hacia otra persona. No
nos engañemos, hay personas que disfrutan con este tipo de actitudes
despectivas que lastiman la autoestima de quien las sufre de modo reiterado.
Ante esta situación, caben dos actitudes: aprender a ser víctima o
rebelarse. La primera es autodestructiva y la segunda tampoco está extenta
de problemas.
¿Qué tiene la culpa de cada vez seamos más indiferentes ante los malos
tratos? podemos buscar mil y una explicaciones: la falta de valores, la
competitividad… En el fondo, se trata de aprender un rol que podemos
observar en distintos ámbitos y es responsabilidad de cada uno decidir
seguir o no con este tipo de conductas. El maltratador no lo es
involuntariamente -salvo casos patológicos-. Al contrario, disfruta con
ello. Es como un modo de autoafirmación, de dominación sobre los demás. No
olvidemos que no todos los que nacen vienen al mundo para dejar una huella
positiva que sirva de herencia a la humanidad. Hay quien sólo está entre
nosotros para amargar la existencia del que tiene cerca.
John F. Welch, ex-presidente de General Electric, decía que: «El mejor
ejecutivo es el que está sobrecargado y forzado al máximo; de esta manera no
tiene tiempo para trivialidades ni para entrometerse o fastidiar a la
gente». No es necesario, evidentemente, ser ejecutivo para que nos sea
aplicable a todos este razonamiento.