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A través del espejo

El último Charing Cross:

Posted on abril 5th, 2010 by henrietta
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              Podría haberme quedado allí de pie horas.

 

              Empezaba a sentir que la pintura me envolvía, que era un color más en aquella serie de cuadros que ni en sueños podría haber imaginado ver juntos ante mí.

 

              Ningún coleccionista, ningún museo había logrado antes lo que acababa de conseguir yo. Había sido como hacer un puzzle, sólo que había tardado varios años en completarlo, tantas horas invertidas en llamadas buscando la mejor oportunidad… Al fin lo había conseguido; tenía la serie completa: todos los Charing Cross de Monet, las pinturas más cautivadoras que he visto en mi vida. Aun recuerdo aquel artista que me dijo una vez que la pintura impresionista sólo gustaba a los no entendidos en arte…

 

              Tonos pastel me trasladaban a un mundo de ensueño: azules, naranjas, rosas, todo un vasto colorido, simplemente irrepetible. Me consideraba el hombre más afortunado del mundo. Es fácil entenderlo, ¿no?

 

              En el mundo de las subastas todo es imprevisible y hasta el último momento no sabes nunca si serás o no el orgulloso propietario de tanta belleza. No cabe duda alguna que Monet era un auténtico genio. Los colores hablan por sí solos, lo irradian a los cuatro vientos, gritan desde las telas, pidiendo atención, suspirando quietud, atrayendo miradas, acariciando con su textura delicada…

 

              Había que pensar rápido. No podía extasiarme en su contemplación. Pronto la noticia estaría en las portadas de todos los periódicos. “Subasta récord del último Charing Cross”. ¿Serían capaces de mantenerme en el anonimato? Hay pocos coleccionistas de Monet en todo el mundo. Acaso, ¿no adivinarían mi nombre? Eran los primeros pensamientos que pasaban por mi mente desde que pude pararme a admirar mi última adquisición. Tal vez la definitiva; pocos años me quedaban ya y cada vez menos retos. Desde aquel jueves en la Quinta Avenida en que compré mi primer cuadro habían pasado más de 60 años. Sólo tenía 20 entonces. Algo vi en aquella japonesa que peinaba su lacia cabellera; parecía mirarme. Fue un instante, todo tan sutil. Sin embargo, encendió mi pasión por la pintura. Una llama que me acompaña todavía hoy. Seguramente para siempre.

 

              Un suspiro recorrió toda la estancia. El Sr. Malcolm se dejó caer en el sofá blanco y empezó a sollozar como un niño. Demasiadas emociones para un solo día. Mañana los periódicos escribirían en sus portadas: “Benjamin Malcolm, rey de subastas en Charing Cross”. El Sr. Malcolm ya no pudo leerlo. Su corazón se apagó de puro gozo siendo el más dichoso de todos los hombres.         

  

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