Hablando de sexo…
Posted on octubre 24th, 2007 by henriettaPosted in Columnas | No Comments »
Hace años se ha dejado atrás el concepto del sexo como tabú.
Quienes hemos crecido en los últimos años no hemos concebido que el sexo sea un tema del que no se puede hablar. Al contrario de quienes fueron jóvenes hace más tiempo, las manifestaciones públicas sexuales -con más o menos gusto- han formado parte de nuestra existencia vital desde pequeños: en televisión especialmente pero también «en vivo y en directo».
Entender el sexo como un simple acto provocado por el instinto animal que todos llevamos dentro es banalizarlo. No es sólo esto sino que va más allá en el sentido que algunos lo entienden incluso como un acercamiento a Dios: en el fondo, el origen natural del sexo es la procreación y la continuidad de la especie humana en nuestro caso.
Que después nosotros queramos darle una u otra orientación más lúdica y de simple gozo pasajero ya es otro tema y responsabilidad de quien así lo plantea. Que todo ello sea fruto o no de los años de represión que sufrieron las parejas de hace medio siglo no puedo ni afirmarlo ni negarlo. Simplemente es como es y no hace falta darle más vueltas.
También es cierto que la sexualidad entendida en el buen sentido de la palabra evoluciona con los años de forma paralela al crecimiento y maduración de sus protagonistas. Al fuego-pasión de quien se siente en plena efervescencia le sustituye -o no- una etapa de goce más sereno que acabará derivando -o, tal vez, no- en la madurez de quien siente que su camino existencial ya está hecho y cualquier demostración de afecto tiene el mismo valor -o más- que cualquier acto sexual. Como yo todavía no he llegado a esta etapa, no puedo explicar qué puede sentirse pero sí es fácil intuirlo como una culminación al trabajo bien hecho, a la tranquilidad gozosa de quien sabe haber disfrutado de lo que la naturaleza humana-animal
le ha ofrecido.
Sin afán de herir nuestro ego, pensemos que lo que nosotros sabemos racionalizar es lo mismo que sienten todos los animales aunque evidentemente ellos no puedan verbalizarlo sino sólo actuar. En este sentido, dudo que alguien pueda sentirse ofendido por compararnos con animales. En el fondo, y hablando de sexo, es lo que somos aunque como seres racionales podamos, en ocasiones, reprimir nuestros instintos por pura convención.