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A través del espejo

Homenajes póstumos:

Posted on diciembre 16th, 2007 by henrietta
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Hace unos días leía un artículo en el que se decía algo así como que las
personas hemos acabado luchando por los derechos de los animales ante la
impotencia de defender los derechos humanos. Toda afirmación es discutible,
evidentemente. Sin embargo, algunas dan que pensar y ésta puede ser un buen
ejemplo.

Que en la defensa de nuestros propios derechos no somos muy buenos es
totalmente cierto. Que por esta razón tratemos de proteger a otros seres
vivos para limpiar nuestra conciencia ya es más discutible pero, en fin,
habrá opiniones para todos los gustos.

Podríamos encontrar muchas manifestaciones que nos llevan a convencernos de
que realmente no siempre hacemos lo mejor por nuestros semejantes y, entre
estos supuestos, yo incluiría el caso de los homenajes que se rinden a una
persona después de su fallecimiento, que están muy bien, pero no dejan de
ser injustos porque quien los va a disfrutar no será quien debería sino
quienes han compartido con él su vida. Lo lógico sería que cada uno pudiese
divertirse en este tipo de actos y escuchar todo lo bueno que se dice de él
aunque para el que es tímido este tipo de acontecimientos se convierte en
una tortura.

Esta misma opinión la aplicaría yo al caso de las herencias. Si nos paramos
a pensar que no es lógico que alguien reciba de otra persona sus bienes sin
podérselo agradecer, todos optaríamos por ir desprendiéndonos paulatinamente
de bienes materiales para que nos den las gracias. Que haya razones
impositivas que no lo hagan apetecible, es un tema diferente pero la idea sí
es buena y no la he inventado yo, por supuesto.

En el fondo, se trata de que todos nos vamos a ir de esta vida llevándonos
el aprecio o el desprecio del que hemos sido objeto por nuestros semejantes,
que, al final, será lo único que nos hará sentir bien o mal. El acumular más
o menos bienes materiales, indirectamente, sí influye porque siempre se
tiende a valorar más a quien más tiene y viceversa. Esto lo hemos podido
ver, leer, escuchar… recientemente. «The Washington Post» tuvo la genial
idea de que un violinista de prestigio tocase en el metro de la capital para
comprobar cuál era la reacción de la gente. Por lo visto, sólo una persona
lo reconoció por su música; el resto lo despreciaron como a un simple músico
callejero. No me gustaría, sinceramente, encontrarme ahora en la piel de
este músico.

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