A través del espejo

Si pensamos fríamente, diremos que las cosas evidentes -aquellas que no necesitan intuirse sino que se nos presentan tal como son- no pueden pasar inadvertidas a nadie y que ante una situación que parece buena si está claro que lo es, no pensaremos que es imposible que lo sea sino que es tal como parece ser.
 
Sin embargo, hay quien es muy rebuscado y sea porque está acostumbrado a situaciones engañosas o porque es pura y simplemente desconfiado, no puede ver claramente lo que tiene delante y tiende a imaginarse que lo que parece ser es imposible que sea porque realmente nada puede ser tan bueno y se trata sólo de un engaño. Allá cada uno con su imaginación. Quien actúa así puede que nunca llegue a saber qué se pierde por el camino.
 
Esto mismo puede ocurrirnos cuando vemos una respuesta tan evidente que tendemos a pensar que es falsa porque no puede ser tan fácil. De serlo, ¿qué razón de ser tendría que estuviésemos tratando de adivinarla? Esto último me ocurrió hace unos días cuando alguien intentaba resolver el siguiente juego de ingenio, que dice: «Hay gatos en un salón: cada gato en su rincón; cada gato ve tres gatos. ¿Sabes cuántos gatos son?».
 
La respuesta parece de lo más evidente y, sin embargo, esa persona estuvo haciendo un razonamiento estrambótico pensando que si tan fácil parecía la respuesta, realmente no lo podía ser y que en lugar de estar en una habitación con cuatro rincones, a lo mejor era una habitación pentagonal, hexagonal… y que no podíamos llegar a saber la respuesta porque faltaban datos en el enunciado.
 
Realmente no se con qué frecuencia podemos ver habitaciones que tengan tantas paredes. Para mí, al menos, es habitual verlas con cuatro paredes, algunas circulares o semicirculares… pero no recuerdo haber visto con frecuencia formas tan rebuscadas de modo que encontré el razonamiento de lo más surrealista pero, en fin, probablemente pueda defenderse lo contrario. Tal vez, por esta razón, se les llame juegos de ingenio -a ver quién lo agudiza más- y no simples adivinanzas, como les llamábamos hace unos años.
 
Y es cierto que en la vida se nos presentan situaciones que pueden parecernos un auténtico «juego de ingenio» no por lo extrañas que son sino porque las soluciones que les damos no son siempre las más verosímiles sino que hay quien rebusca tanto que, al final, acaba equivocándose por rechazar aquello que el sentido común le indica pero que le parece tan obvio que cree imposible. Será cierto aquello de que «el sentido común es el menos común de los sentidos» y hay quien parece hacer gala de una total ausencia de sentido común y, al mismo tiempo, de un grandioso ingenio.