Mercados medievales:
Posted on diciembre 18th, 2007 by henriettaPosted in Columnas | No Comments »
Recuerdo que la primera vez que estuve en un mercado medieval fue en Sant
Feliu de Llobregat. Poco tiempo después fui al de Dalt Vila y la sensación
que me quedó al haberlos visto a ambos fue que las personas, en cierto modo,
tenemos necesidad de recrear épocas pasadas, no por nostalgia, sino por
ubicarnos en un ambiente distinto del que habitualmente nos rodea.
Sería una forma diferente de irnos de vacaciones sin cambiar nuestro entorno
diario sino transformándonos en personajes de la historia que retroceden en
el tiempo. Como tener una máquina del tiempo que, por unos pocos días, te
lleva al pasado y te retorna a casa, en breve. Esto es fácil de entender si
nos ponemos en el papel de un actor de teatro que representa un rol en su
vuelta atrás hacia un tiempo lejano. De hecho, es la única manera de viajar
en el tiempo: ponernos en el lugar de quienes habitaron nuestro mundo antes
que nosotros pero desde el presente.
Stephen Hawking decía, en una de sus frases célebres, algo así como que la
única certeza que tenemos de que no se puede viajar en el tiempo es que no
hemos sido invadidos por los turistas del futuro. Cierto. Tampoco podemos
nosotros «invadir» a los habitantes de la Edad Media pero, como alternativa,
sí podemos colocarnos en su lugar por unas horas y «jugar» a representar su
papel ajustando nuestra indumentaria y actividades a lo que, según sabemos,
se hacía en la época. El porqué hacemos recreaciones de esta época y no
volvemos a la Edad de piedra o al Imperio Romano no lo se. En parte, imagino
que no sería muy decoroso -ni higiénico- vestirnos con pieles e ir medio
desnudos por la calle y vestirse de romano ya está muy visto en las
películas y no es tan propicio para hacer un uso adecuado de nuestra
imaginación. Lo mismo ocurriría si nos trasladásemos a Egipto. No vale
ciertamente la pena pudiendo ir de turismo a visitar las pirámides al
natural.
Supongo que la elección de la Edad Media y no otra será porque es
relativamente fácil recrear el ambiente, suficientemente entretenido y poco
peligroso, si lo comparamos con simular cómo sería el mundo dentro de 1.000
años, por si algún despistado no se entera a tiempo y piensa que realmente
nos han invadido los habitantes del futuro al ver personas desfilando con
trajes psicodélicos por sus calles. Así, lo que inicialmente podría pensarse
como una mera diversión podría convertirse en una auténtica inocentada.