A través del espejo :: Blog literario… y más

A través del espejo

“Perro pintor vende su obra por 1.700 $»:

Posted on marzo 18th, 2010 by henrietta
Posted in General | No Comments »

              Sam, el perro pintor, ya puede llamarse profesional. Vendió una de sus pinturas por 1.700 dólares. 

 

              Tomando su pincel como un gran maestro y con su pañuelo atado al cuello, Sam es el Matisse canino. Utilizando el terreno de su casa en Maryland, Estados Unidos, como fuente de inspiración, el animal ha producido veintidós obras de arte.

 

              Su pincel, desarrollado especialmente para que pueda expresarse, es tomado entre sus fauces para plasmar la magia en el lienzo. Si uno tuviera que catalogar a este artista, podría atreverse a definirlo como un expresionista abstracto, o más bien como un perro con acceso a materiales que manchan.

 

              Sin embargo, un amante de la plástica interpretó que una de sus pinturas bien valía la suma de 1.700 dólares.”

 

              Ésta es mi primera noticia curiosa de hoy, que leo medio dormida, pensando si será cierta o un simple fraude inventado por un dueño con afán de protagonismo.

 

              Casi inconscientemente, me vienen a la memoria las mascotas que han pasado por mi vida: patos, perros, gatos…

 

              No recuerdo sus nombres. Hace tantos años… Sólo recuerdo el estanque, detrás de mi casa. Con llamarlos patito y patita era bastante para saber que me refería a mi pareja de patos. Bueno, digamos que eran míos porque jugaba con ellos pero no recuerdo haberme preocupado nunca de su higiene, o de su alimentación. Supongo que con tres años pensaría que eso era cosa de mayores.

 

              Siempre estaban allí cuando necesitaba hablarles o entretenerme viendo como nadaban de un extremo al otro del estanque, que les servía de casita, hasta que un día dejaron de estar. Nadie me pidió permiso para llevárselos ni me explicó qué les había ocurrido. Sólo se que no nos los comimos. Pero intuyo que alguien sí lo hizo.

 

              Y me quedé sin patos. Ya no había motivo para llegar corriendo a casa con la ilusión de ir a verlos. Con el tiempo dejó de haber, incluso, estanque, sustituido por árboles frutales, que no corrían ni eran divertidos pero sí daban deliciosos frutos anaranjados, pequeños y dulces, al llegar la primavera.

 

              Como no había mascota alguna a la que proteger, podíamos permitirnos tener un grandioso perro, que se llamaba Tomás. Será cierto que el perro es el mejor amigo del hombre o éste, al menos, sí lo era. Aunque ciertamente era un perro extraño. Lo mejor no era su olfato sino su oído, al que deleitaba escuchando música clásica, tumbado ante la puerta, por sorprendente que parezca.

 

              Habiendo leído la noticia del perro pintor, no puedo evitar pensar que tal vez perdimos la oportunidad de tener un perro famoso en casa. A saber, a lo mejor, ¿un adivino de compositores, de piezas musicales…? ¿Acaso un concertista? Igual podríamos haberlo mandado a un concurso de televisión o haberle enseñado a tocar la flauta.

 

              Recuerdos del pasado, que vuelven, escuchando el repiquetear de la lluvia tras los cristales, el viento zumbando contra los árboles maltratados por fríos días de invierno. Melancolía del pasado… ¿Qué es la vida sino un conjunto de oportunidades perdidas?.

 

              Ahora sólo quedan gatos, juguetones cuando son pequeños, alegres, saltarines… que no llegan a ancianos en el mismo hogar sino que parecen dejar su espacio a los bebés, recién llegados, sin sobrepasar nunca la docena. ¿Será una costumbre gatuna la de ir a morir lejos del hogar y dejar, así, paso a los pequeñines? A falta de comprender el lenguaje gatuno, compuesto por las distintas variantes de “meo”, “mao”, nos quedaremos con la sana duda.

 

              Hasta su partida, se divierten escalando una escultura de piedras, a modo de monumento megalítico, construida en el jardín para el mero disfrute gatuno y de quienes compartimos con ellos un tiempo de su existencia. Son Celeste, Mandarina, Canon, Casiopea, Everest, Nube, Lechuga y tantos otros que han ido pasando a lo largo de los años, comiendo a todas horas, tumbados al sol, disfrutando de sus paseos por las ramas de los árboles… captando nuestra atención y provocando las más hilarantes risas al verlos practicar yoga.

 

              En el fondo, no es tan dura la vida de una mascota. Entre mimos y caricias transcurre su vida. O, al menos, debería ser así. Si bien es posible que discrepen quienes gustan de usar a sus pobres mascotas como víctimas, disfrazadas del modo más ridículo, peinadas como auténticos monstruitos, con adornos selváticos, semejantes a pulpos, hasta provocar el horror de quienes se cruzan en su camino. Viendo este tipo de malos tratos sólo queda preguntarse si alguien sería capaz de comerse a un conejo al que ha estado alimentando con un biberón, para el que ha estado pelando zanahorias desde que pudo comer solo… Espero que si alguien responde “sí”, nunca tenga el privilegio de compartir sus días con una mascota.   

 

                  

 

 

 

 

Leave a Reply

Name

Mail (never published)

Website