Pesadillas:
Posted on agosto 26th, 2008 by henriettaPosted in Columnas | No Comments »
Antiguamente, se consideraba que los eclipses, de sol o de luna, eran señal de mal agüero. Imaginemos lo que podían pensar entonces personas, más que supersticiosas, cuando se oscurecía el cielo sobre sus cabezas o enrojecía, un día de repente, la luna. Así, se tendía a relacionar estos fenómenos astronómicos, por ejemplo, con malas cosechas o fenómenos atmosféricos adversos, en sociedades básicamente agrarias.
Hoy, evidentemente, con explicaciones científicas acerca de qué significa un eclipse, no pensamos que haya vínculo alguno entre este hecho y lo que pueda ocurrir antes o después. Al menos, la mayoría de la población no vemos relación alguna. Sin embargo, nunca se puede excluir a todos. Sino, no nos explicaríamos que alguien hubiese predicho el fin del mundo coincidiendo con un eclipse total de sol que tuvo lugar, si no recuerdo mal, en agosto de 1999.
Independientemente de lo que creamos o no, acordémonos que el sábado 16 de agosto hubo eclipse parcial de luna. Esa misma noche, casualidad, claro, en mis pesadillas, dos iraníes secuestraban un vuelo de Spanair en el aeropuerto de Barajas. Después de hacer bajar a todos los pasajeros, entre los que estaba yo, para poder colocar los explosivos, me escondí debajo de un vehículo que había en la pista y viendo que mi tarjeta de embarque no ponía mi nombre sino la matrícula de mi coche -hay que ver la imaginación que llegamos a tener las personas, incluso durante una pesadilla- desaparecí pensando que no me echarían mucho de menos y la pesadilla sigue pero no viene a cuento el resto.
El domingo por la mañana mandé un sms a un amigo, que trabaja en Spanair, en otro aeropuerto, para contarle mi pesadilla. Y aquí acabaría la anécdota si el destino no hubiese querido que el miércoles 20 la tragedia hiciese acto de presencia en Barajas.
Al igual que un cúmulo de casualidades me han llevado a contar esta pesadilla, un cúmulo de circunstancias debieron provocar el accidente que, en fechas veraniegas, habrá afectado, incluso más que en otras épocas del año, a personas para quienes el avión es el medio de transporte colectivo utilizado con mayor frecuencia. El azar quiso esta vez que la cotidianidad se convirtiese en una pesadilla más en la historia de siniestros aéreos.