A través del espejo

Hace pocos días leí un artículo que trataba sobre la discriminación que sufren los inmigrantes cuando llegan a nuestro país por tener que desempeñar trabajos por debajo de su cualificación profesional. Creo recordar que no hacía distinción entre hombres y mujeres pero no era necesario. También recuerdo hace ya más tiempo una tertulia televisiva en la que varios arquitectos hacían un análisis de las necesidades de reforma del acceso a la vivienda en nuestra sociedad. Una de ellas que era inmigrante presumía de que ella, a diferencia de algunos otros extranjeros, nunca había tenido problema alguno en ejercer su profesión en España porque no le faltaban contactos.

Si ponemos en relación una y otra situación, sin entrar en si fueron adecuadas o no sus palabras, resulta paradójico que se esté llamando la atención sobre esta problemática sin aludir a que ni los nacionales tenemos siempre la posibilidad de desarrollar adecuadamente nuestro talento. No es necesario poner muchos ejemplos, de todos son conocidos. Tampoco es necesario pensar exclusivamente en las artes. Tamara Rojo lo decía hace poco: los artistas en España poco tienen que hacer. Esto tiene su razón de ser, en este caso particular, en la escasa inversión que se destina al fomento de las actividades artísticas en general. Si comparamos los presupuestos de EEUU y Europa, resulta espeluznante.

Sin embargo, no es sólo este ámbito el que resulta afectado sino, en general, todos. No se si se habrá hecho recientemente alguna estadística de la cantidad de personas no inmigrantes que tampoco están desarrollando sus potenciales talentos. Seguro que tiene que ser vergonzoso. No estoy criticando que se aluda, así pues, a la población inmigrante sino que no se hable sólo de ellos y se excluya a los demás porque quien viene a este país es para encontrar una vida mejor. Si tuviesen un empleo digno en sus países, ya no vendrían y aquí nadie les ha garantizado que lo tengan todos.

Es sólo una reflexión que lleva a pensar en la cantidad de talentos frustrados en todas las áreas que se dejan perder uno tras otro ante la impasibilidad de quienes ven pero son simplemente incapaces de ponerse en la piel del otro. Tampoco a nosotros nos corresponde solucionarlo pero sí, claro, criticarlo.