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A través del espejo

Refranero informático:

Posted on enero 6th, 2008 by henrietta
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Hace unos días recibí un mail la mar de divertido que hacía una crítica del uso que hacemos habitualmente de los refranes desde el punto de vista de lo anticuados que son muchos de ellos ya que obedecen a una realidad de unos cuantos siglos atrás y no a nuestros días.Reconozco que a mí me agrada utilizarlos por anquilosados que estén. No se porqué pero, a veces, quedan bien y, a menudo, aprendes alguno que nunca habías oído (como el siguiente: «to brain bad, notepad») o que no sabías qué significaba exactamente.

Si ponemos un ejemplo: «a caballo regalado no le mires el diente», resulta evidente que hoy en día no acostumbramos a regalar caballos. Si acaso, coches y no a menudo. Hay otra variante que es mucho más divertida: «A solípedo donado no le periscopees el incisivo» pero la crítica es la misma.

Entre estos nuevos refranes que veremos si tienen o no amplia difusión, a mí me gustaron especialmente unos cuantos. Uno de ellos dice: «a programa pirateado no le funcionan los pluggins», que sería el equivalente a nuestro «a veces, lo barato sale caro». También se recoge el opuesto: «A programa pirateado no se le miran las fuentes». Algo tendrá que ver con el caballo, ¿no?. Otro que tiene cierta gracia dice: «no hay mail que pese cien megas», versión moderna de «no hay mal que cien años dure»…

Todos estos refranes son fruto de la creatividad o el ingenio de quien los ha adaptado. Estos talentos, a menudo, son objeto de menosprecio pero, en este caso, al menos no dejan de dar un resultado bien divertido. Que lleguen a sustituir a aquellos en los que se inspiran ya es más complicado.Pero, a pesar de las críticas que puedan hacerse, lo cierto es que una y otra vez podemos seguir utilizándolos. Así, pensemos en el tan repetido: «el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra». Hace unos días se me ocurrió «inaugurar» el túnel de Sant Jordi, con velocidad limitada a 40 kms/h. y dos carriles que se convierten en uno, una furgoneta cuyo conductor no conoce los límites de velocidad ni distingue los conos, chocó contra los que se encontró en el carril cortado por conducir a una velocidad exagerada. Después la culpa será del túnel no del conductor, claro.

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