A través del espejo

              Relaciones extrañas, pasajeras, que llegan a su fin.

              Veinte años después pueden resurgir, de la forma más atípica e inesperada.

              Y así revives aquel ayer, que nunca terminó del todo, aletargado en la memoria, entre imágenes grabadas, fotografías de un verano tras otro y cartas interminables, llenas de chistes, dibujos y escenas más propias de un cómic que de una historia de amor.   

              Amores de juventud, que parecen acabar, quedan atrás por la vorágine del tiempo, la cotidianeidad que nos aparta de lo que nos puede hacer felices y, que, sin embargo, en cualquier momento pueden reaparecer por sorpresa en forma de un simple “hi”.

              Dos extraños, recuperando recuerdos, rememorando tiempos pasados, intentando recordar por qué se rompió el hilo que nos mantenía ligados: la distancia, un océano inmenso, que convertía nuestras charlas intercontinentales en una auténtica inversión mensual durante nuestros años en la universidad.

              Hoy ese océano ha desaparecido. El azar nos ha aproximado, no tanto como para compartir el día a día pero sí lo suficiente para ofrecernos una segunda oportunidad y descubrir cómo han madurado dos personas tan curiosamente parecidas y, al mismo tiempo, tan dispares, qué queda de nuestras risas y de tantos hobbies compartidos.

              El futuro escribirá la continuación del romance… o no. Sólo el tiempo sabe si pasará la prueba de contrastar el recuerdo idealizado, que permanece, con la realidad de dos personalidades adultas, que mucho o poco pueden tener del humor juvenil que nos unió.