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A través del espejo

Rome:

Posted on octubre 13th, 2010 by henrietta
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Se acabó el puente y de vuelta a la rutina.

Éste año ha sido un puente del Pilar especial. Teniendo en cuenta que me he pasado lavida encerrada estudiando, ahora puedo empezar a disfrutar de mis momentos de ocio, con cierta asiduidad, lo que no es poco.

Esta vez ha tocado Roma. Ha sido genial. Llegué el sábado al mediodía, vía Madrid. El aterrizaje impecable, uno de los mejores que recuerdo en toda mi vida y han sido muchos. Una temperatura genial, que invitaba a perderse paseando. Una de las primeras cosas que me llamó la atención fue una avenida donde había montones de autobuses parados. Pensé que debía ser un lugar interesante para visitar. No me equivoqué. De todos modos, primero había que ir al hotel, dejar la maletita. Resultó ser un hotel bastante cutre para ser de 4 estrellas, cerca de Termini. Eso sí, la ubicación, perfecta. Opté por conocer los alrededores, la estación, restaurantes, callecitas, librerías, bombonerías… La verdad es que estaba agotada así que cené temprano en un restaurante precioso y me acosté prontito. Al día siguiente, tocaba madrugar.

Domingo: amaneció un día espléndido, algo fresco pero maravilloso para la época del año. Antes de las 9 ya estaba correteando, hacia la Piazza Republica, pasando por las termas, que estaban al lado del hotel. La única sorpresa desagradable es que a esa hora las entradas de metro están tan sucias, que tienes que ir esquivando todo tipo de envases. Realmente asqueroso. En fin, camino de la Piazza del Popolo, casualmente, la boca de metro estaba delante de ese paseo lleno de autobuses, que había visto el día anterior. Merecía una visita pero no tan temprano. Paseé por la Piazza, preciosa, bajé por la Via dei Corso, donde está el museo sobre «Viaje a Italia», de Goethe, en una casa particular, realmente curioso. Me encantaron las tiendas; todo… llegué hasta la Piazza de España, llena de turistas, ¿cómo no? Las tiendas, todo, los cafés… Después tocaba ir hasta el Palacio Barberini, precioso. Me encantó. Al final, resulta que andando se llega rápido a todas partes. Prescindí bastante del transporte público.  Todos los rincones son especiales. Paseando, llegué, de nuevo, casi sin querer a la Piazza República. De allí, a Santa María la Mayor, impresionante. Como ya era casi el mediodía, tocaba comer, en un restaurante, poco italiano, la verdad, una taberna irlandesa donde comí de maravilla. Después, vuelta a Termini y hacia el Coliseo. Aparecí junto al circo, el foro al fondo, en obras todo el recinto, por cierto. Lástima. La avenida hacia el Coliseo estaba más que abarrotada pero valía la pena el paseo. Llegué a Santa Francisca Romana, casi por casualidad, preciosísima y engalanada para una boda. Desde allí, vuelta a la Via dei Corso, esta vez por el extremo contrario, pasando por la Piazza Venecia. . Me encontré con la Fundación Doria, también por casualidad. Impresionante. Luego, la iglesia de San Agustín, la fontana de Trevi, demasiados turistas… el panteón, también en obras y la magnífica Piazza Navona. De allí, al Ara Pacis y camino, de nuevo, hacia la avenida de autobuses, que tenía pendiente de visitar: la Villa Borghese, que no salía ni en el mapa. No lo puedo entender. Realmente maravilloso el paseo, los edificios, todo. Agotada, de vuelta hacia el hotel y a cenar también temprano para poder continuar mañana.

Lunes: amanece un día gris, blanquecino, lluvioso. En fin, antes de las 9 también estaba en la calle. Hoy tocaba visitar el Vaticano. Por suerte, tenía la entrada en el bolsillo y cuando llegué al Museo no tuve que hacer la cola, más que alucinante, que había a pesar de la lluvia. De todos modos, antes, me acerqué a la Basílica, llena la plaza de paraguas. Realmente, impresionante. La palabra justa sería majestuosa; grandioso todo. Los Museos Vaticanos son algo indescriptible. Por suerte, dejan hacer fotografías, que son las que mejor explican lo que allí puedes ver. Los jardines del Vaticano, por cierto, también son increibles. Cuando llegas a la Capilla Sixtina ya estás tan impresionada por el Laocoonte, las salas, cúpulas, frescos, bóvedas… que sí impacta pero no tanto. En fin, una mañana bien invertida. A la salida ya es hora de comer; todavía llueve… y yo que quería ir al Castello Sant´Angelo y, desde allí, al Trastevere. Mejor comer primero y después … ya veremos. Efectivamente, acerté, cuando acabé de comer ya había dejado de llover; me sentía cansada pero valía la pena invertir bien mi última tarde en Roma. El castillo no me gustó; el puente tampoco era nada del otro mundo. El paseo, de todos modos, sí valía la pena. Se me pasó la tarde volando y tenía que elegir bien mi último restaurante donde cenar y efectivamente, acerté: cocina italiana excelente, La famiglia: el queso ñam, ñam y todo lo demás, también. Al día siguiente había que madrugar. Arrivederci Roma, con retraso por culpa de los controladores franceses, que este año, como casi todos, han contribuido a incomodar a los turistas, tal como acostumbran a hacer. De todos modos, ni por ellos hay quien renuncie a visitar estas maravillas de la historia.         

 dignos de u

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