Un año más:
Posted on diciembre 21st, 2008 by henriettaPosted in Columnas | No Comments »
De todos es sabido que hay quien no tiene espíritu navideño ni los días en que deberíamos tenerlo. Incluso, a mí me da la impresión que cada vez hay menos pero, en fin, quien no lo tiene se lo pierde. En el fondo, lo ideal sería que todos los días del año tuviésemos las mismas ganas de desear a todos felicidad pero, claro, esto es una utopía. Ocupados en mil y una actividades sólo faltaría que tuviésemos que pensar en si los demás son felices o no. Mejor dejarlo para el mundo de las fantasías infantiles o, tal vez, ni allí tendría cabida.
Lo cierto es que empezamos un año más en el que, como siempre, tendremos tantos propósitos de año nuevo como seamos capaces de incumplir. Hace poco leía en una tertulia de intelectuales en la red que hay quien considera poco menos que un rito esotérico hacer una lista con las cosas del año pasado que hemos vivido y no queremos repetir y lo propio con las que sí queremos cumplir en el año entrante. No lo había considerado antes desde este punto de vista pero, pensándolo bien, puede que sea así. Nunca es tarde para ser flexible en las opiniones propias si, en algo tan inofensivo como este tema, vemos que los demás pueden tener razón.
En estos días en que hemos entrado y salido más veces de las habituales, comido demasiado -o no-, visto a personas a quienes no acostumbramos a ver durante todo el año -o sí- , recordado a aquellos que tenemos más lejos, mandado y recibido montones de deseos de … -todos sabemos de qué- y digo recibido aunque no siempre sea así. Vamos que yo todavía espero una postal de navidad del año pasado que alguien mandó a Barcelona y olvidó el código postal y supongo que también el país y a saber a dónde habrá ido a parar pero a mi Barcelona, no.Y entre tanto ir y venir y ajetreos varios, siempre es bueno reservar tiempo para «descongelar» el cuerpo, léase «entrar en calor», en casita leyendo algo más o menos interesante. Este año a mí me ha servido para estrenarme en la lectura de un libro descatalogado que, como todo lo que existe y algo de lo que no existe, está en internet. Es de Mario Bunge, «La ciencia. Su método y su filosofía» y sirve para recordar que nuestro cerebro no sólo se nutre de azúcares sino que pensar también es útil aunque sólo sea para no olvidar a alguien que en alguna ocasión dejamos de felicitar en navidad.