Un mar de sensaciones:
Posted on diciembre 22nd, 2007 by henriettaPosted in Columnas | No Comments »
Si tenemos en cuenta que la finalidad primordial en la vida del ser humano es el placer, podemos encontrar tantas maneras de conseguirlo como personas hay en el mundo.
Así, las sensaciones placenteras vendrán de fuentes de lo más diverso. Hay quien busca placeres personales y quien los busca profesionales. La mayoría los queremos todos y, a menudo, no nos conformamos con aquello que nos produce gozo sino que siempre queremos más.
El placer personal lo podemos encontrar en la propia familia: sentirse querido por el cónyuge, por los hijos… puede convertirse en una fuente de placer de lo más reconfortante. Pero también podemos encontrarlo en relaciones esporádicas y hay quien busca exclusivamente un placer sexual y no considera imprescindible sentirse amado. Desde el punto de vista personal, sin embargo, podemos encontrar otras vías de placer: viajar, ir de compras… o simplemente mimarse dándose algún que otro capricho.
Hay quien encuentra placer en el arte, en todas sus expresiones: música, pintura o danza, entre otras. En estos casos, si, además, quien experimenta placer apreciando la belleza puede hacer de esto su profesión no se trata sólo de un mar de sensaciones las que puede vivir sino de un auténtico océano.
Desde el punto de vista profesional, la mayoría lo que realmente quiere es obtener riqueza independientemente de la forma en que trabaja o, incluso, de la profesión que ejerce – vocacional o no-. Así, convertimos en fin el dinero y no encontramos satisfacción alguna en cumplir un deber sino únicamente en lo que podemos obtener a través de nuestros ingresos. Ésta es la sensación de poder que satisface a tantos, hombres y mujeres.
Lo bueno en la vida es obtener un equilibrio entre el placer personal y la satisfacción profesional que obtenemos. El cómo obtenerlos dependerá de los valores de cada persona; la mayor o menor facilidad para lograrlos, del aprecio y la ayuda que podamos recibir de los demás.
En cualquier caso, en el fondo, nuestra autoestima dependerá de lo mucho o poco que hayamos podido satisfacer nuestras fuentes de placer en esta vida pero esta valoración sólo podremos hacerla cuando, pasados los años, miremos atrás y veamos qué queda de nuestras ilusiones.