Un viaje alucinante:
Posted on diciembre 21st, 2007 by henriettaPosted in Columnas | No Comments »
La costumbre tan extendida de viajar, además de enriquecer nuestra mente y
vaciar un poco nuestros bolsillos, permite satisfacer nuestras ansias de
ampliar horizontes, más allá, en ocasiones, de lo que hubiéramos podido
imaginar.
Si Julio Verne nos deleitaba con historias que entonces eran imposibles,
como «Veinte mil leguas de viaje submarino» o «Viaje al centro de la
tierra», entre otros títulos, hace un tiempo se habla de la posibilidad de
hacer viajes espaciales, que ya narraba el autor en «De la tierra a la luna»
o «Viaje alrededor de la luna». Lo que hasta hace poco era un privilegio
reservado a quienes profesionalmente se dedicaban a ello pasará a ser una
posibilidad más que cualquiera podrá añadir a las múltiples opciones de
viajes que se nos ofrecen.
Esta semana he recibido el primer folleto de una empresa que comercializa
este tipo de aventuras a precios todavía prohibitivos pero seguro que, al
igual que ha ocurrido con muchos bienes de consumo, en poco tiempo serán tan
asequibles como un crucero.
Para quienes no viviremos una época en que las casas sean voladoras y las
excursiones espaciales de lo más habitual, será un modo de hacernos a la
idea de cómo será la vida de quienes habiten dentro de unos cientos de años
siempre y cuando la humanidad sea lo suficientemente inteligente como para
no destruir del todo la vida racional, que así será, claro.
Habrá seguro quien vea en este tipo de viajes un «snobbismo» exagerado y,
sin embargo, yo no lo veo así sino simplemente una posibilidad más para
disfrutar del tiempo que podamos dedicar al ocio. Y esperaré con curiosidad
conocer a la primera persona que vuelva de una de estas vacaciones para
conocer de primera mano qué se siente. De momento, ya se de una persona que
espera que su viaje de final de carrera sea una excursión espacial. Habrá
que tener paciencia mientras.
Por otra parte, es de suponer que los destinos turísticos por excelencia de
nuestro planeta sepan adaptarse a esta competencia que, cuando sea para
mayorías, exigirá una «tormenta de cerebros» para hacer atractivas sus
ofertas frente a las rutas espaciales.