Ver o querer ver:
Posted on julio 14th, 2008 by henriettaPosted in Columnas | No Comments »
Está claro que la comisión de delitos pasa por «modas», más o menos pasajeras. Actualmente, y desde hace ya unos años, nos sentimos abrumados por los casos de violencia doméstica.
En estos casos, habrá de todo pero es evidente que abundan, como agresores, psicópatas que encuentran en la violencia una forma de manifestar su ansia de poder, de dominio frente a su víctima y, así, una forma de afirmar su autoestima huyendo de más que probables sentimientos de inseguridad o inadecuación.
Junto a estos psicópatas, carentes de toda empatía, y que disfrutan del dolor que provocan, nos encontramos a los denominados «sociópatas», que ni ven ni quieren ver los problemas que provocan a su alrededor, ya no sólo porque algunos no pueden sino porque no quieren. Como nunca se puede generalizar, evidentemente no todos son delincuentes y posiblemente algunos no lo serán nunca. Sin embargo, generan mucho sufrimiento a quienes están cerca.
En la base de todas estas conductas, se halla una total ausencia de la capacidad de ponerse en lugar del otro. No se si no son capaces de entender el dolor que provocan o realmente aunque lo vean, no quieren verlo y se regocijan en él.
Hace poco me explicaban un caso de «mobbing», que evidentemente lleva a pensar que hay determinadas formas de ser, seguramente demasiado dólices, que atraen a este tipo de personas que disfrutan maltratando a quien está en una posición de subordinación. En estos casos, algo tan común y rutinario como un simple trabajo puede convertirse en una auténtica tortura para el que tiene la desgracia de encontrarse con uno de estos individuos tan amigos del sufrimiento ajeno.
A otro nivel, me pregunto si no habrá más de lo mismo en altos cargos que niegan, en ocasiones, algo que es evidente a la vista de todos. Realmente, ¿no lo ven, no pueden o no quieren verlo? Es para pensar detenidamente en ello porque sociópatas haberlos, haylos y seguramente en mayor porcentaje del que podemos imaginar y si llegan a ocupar según qué puestos el daño que pueden ocasionar es tremendo.