Volviendo a escribir:
Posted on noviembre 7th, 2010 by henriettaPosted in Un poco de todo | No Comments »
Éste es mi primer ejercicio del curso de escritura, que acabo de reanudar. Es divertido, a veces, volver a la rutina.
Sugiero aprovechar la siguiente noticia para plantear la idea que después desarrollo.
“Perro pintor vende su obra por 1.700 $
Sam, el perro pintor, ya puede llamarse profesional. Vendió una de sus pinturas por 1.700 dólares.
Tomando su pincel como un gran maestro y con su pañuelo atado al cuello, Sam es el Matisse canino. Utilizando el terreno de su casa en Maryland, Estados Unidos, como fuente de inspiración, el animal ha producido veintidós obras de arte.
Su pincel, desarrollado especialmente para que pueda expresarse, es tomado entre sus fauces para plasmar la magia en el lienzo. Si uno tuviera que catalogar a este artista, podría atreverse a definirlo como un expresionista abstracto, o más bien como un perro con acceso a materiales que manchan.
Sin embargo, un amante de la plástica interpretó que una de sus pinturas bien valía la suma de 1.700 dólares.”
Esta noticia curiosa me hace pensar en un propietario de una mascota, que se desvive por convertirla en famosa. ¿Acaso no sería divertido tener un perro pintor? por poner un ejemplo, piensa y así, se decide a convertir a su can en un prestigioso maestro de los pinceles. Aunque en el fondo, después de una larga etapa en que el perro destroza todo lo que encuentra por la casa, se da cuenta que la vida de las mascotas debería transcurrir entre mimos y caricias y que tal vez sería mejor dejarlo vivir tranquilamente.
Así, poco a poco, se da cuenta de es ridículo que a alguien le guste usar a sus pobres mascotas como víctimas, disfrazadas del modo más ridículo, peinadas como auténticos monstruitos, con adornos selváticos o semejantes a pulpos, hasta provocar el horror de quienes se cruzan en su camino. Después de todo –piensa- hay quien gusta de llamar la atención por motivos estrafalarios y utilizar a una mascota con este objetivo puede estar entre las aficiones de quienes no saben qué es tener sentido del ridículo.
Al final, acaba retirando al perro del círculo de artistas y se van a vivir a la orilla de un lago, donde el perro puede dar largos paseos persiguiendo a sus amigos, los conejos.