A través del espejo

De vuelta a Viena. Esta ciudad me encanta; en mi vida sólo he vuelto dos veces a una misma ciudad y éstas han sido Santiago y Viena y habrá una tercera. Estoy segura. Ambas ciudades tienen música, que es lo que me atrae, claro.
Bratislava ha estado bien y habría estado mejor de no haber sido por el calor abrasador, horrible!!! Nunca había visto un termómetro a 43; ha sido brutal. De todos modos, prefiero Viena, la verdad; las ciudades comunistas no son lo mío aunque tengan rinconcitos preciosos pero lo mejor, como siempre, ha sido la compañía. Ah, y mi recomendación: el restaurante del Carlton, Ciro; el Hilton también está bien y el mejor ice tea casero que he probado en mi vida fue en el Hrad.
Ahora ya medio recuperada del calor, me voy a pasear por mi querida Viena, camino de un concierto; a veces tengo la sensación de que la vida es casi perfecta y eso a pesar de que llevo unos días preocupada desde el descarrilamiento del tren en Santiago… sigo sin entender cómo se puede machacar de esta forma al pobre maquinista… en fin, supongo que cada uno tiene su destino y no hay forma de engañarlo pero a mí me duele en el alma ver lo injusto que puede llegar a ser tener que responder judicialmente por algo que escapa del control de uno… qué diferente puede ser la vida un segundo antes o un segundo después! es cierto que las personas somos humanas y, como tales, imperfectas… espero que el juez se inspire y no condene a este hombre a los infiernos judiciales, que el infierno vital ya es difícil que alguien se lo quite, a menos que sea más fuerte de lo que por las declaraciones que ha hecho parece… quién sabe, a veces las personas dan sorpresas…

Imagino que a todos nos gusta pensar que cuando viajamos, lo hacemos seguros. Lo que ha ocurrido esta semana en Santiago me ha dejado de piedra. Será verdad que un tren como éste viaja sin ningún tipo de seguridad en algunos tramos??? es decir, que estamos en manos de una sola persona, a quien le puede ocurrir cualquier cosa? Qué miedo! Hace, más o menos, un mes me pasó que iba conduciendo y de repente sentí como si fuese a perder el sentido. Me dio tiempo a reducir, ir muy despacito, apartarme un poco al arcén y se me pasó; supongo que fue un subidón o una bajada de tensión, a saber… Al día siguiente me volvió a ocurrir algo similar pero pude aparcar, salir del coche, sentir como si me fuese a desmayar pero tampoco me llegó a ocurrir. Cuando fui a urgencias, tenía la tensión a 9. Para mí acostumbrada a tenerla a 6.5 o 7 supongo que era todo un subidón. A saber si vuelve a pasar o no… está claro que cuando entro en el coche, asumo que eso pueda pasar en cualquier momento e intento ir con cuidado; que lo intente, no significa que lo consiga. En fin, lo que está claro es que lejos de querer ser un peligro para nadie más, esto no tiene ni punto de comparación con conducir cualquier otro vehículo de servicio público, sea avión, tren, lo que sea… Como no tengo ni idea de trenes, no puedo juzgar y como jurista, creo en la presunción de inocencia firmemente – por algo los delitos pueden ser dolosos o imprudentes- y si a este maquinista le toca responder por homicidio imprudente, será porque realmente lo cometió, a alguien le interesa que responda él… pero lo que está claro es que le tocó cargar sobre sus espaldas con un montón de víctimas y heridos. Seguro que cuando se despertó ese día no pensó que algo así le fuese a ocurrir… mejor no pensar en si se pensó en algún momento o no en mejorar la seguridad de ese tramo… A pesar de poder parecer ingenua, que lo soy, de verdad estaba convencida que todos los tramos de tren estaban equipados de sistemas de seguridad que frenan el tren cuando exceden la velocidad o es que en este país y en algún otro, la economía prima sobre todo y la inteligencia, a veces, brilla por su ausencia porque es evidente que si los sistemas de seguridad existen, digo yo que son para aplicarlos, o no?. De todos modos, sea como sea, la verdad es que este maquinista me da mucha pena…

¿Y por qué no? Si algo valoro yo en una relación de pareja, además de una necesaria coincidencia de objetivos vitales, es que dos personas se hallen en una misma fase de sus vidas. Si hace 50 años era impensable iniciar una relación a los 70, hoy parece que no lo es. La esperanza de vida facilita no sólo que haya personas nonagenarias más muertas que vivas sino, al contrario, que haya personas que se atreven a iniciar una relación amorosa como si fuesen quinceañeros y eso es siempre divertido o al menos a mí me lo parece ;-). Cuando dos personas de una más que desahogada posición económica se encuentran a estas edades, pueden llegar a vivirse auténticos cuentos de hadas… ni hijos ni trabajo ni ninguna de las preocupaciones existenciales que sufren/sufrimos la mayoría de mortales sino viajes, viajes y más viajes, vacaciones en lugares paradisíacos, una vida social, que ya me gustaría a mí… en fin, que creo que es una de esas experiencias que hay que compartir.

Últimamente estoy leyendo cosas bastante raras… algunas no vale la pena ni comentarlas pero otras sí me dejan una sensación extraña, sobre la que vale la pena meditar. La primera de esta semana ha sido a raíz de una entrevista de La Contra con un economista, cuyo nombre ya no recuerdo, que afirmaba que en una situación de crisis como la actual las únicas personas que pueden ser felices son aquellas que valoran la cultura por encima de todo. En primer lugar, porque los pobres no pueden ser felices ya que son pobres y, en segundo lugar, los ricos, obsesionados con el dinero, tampoco porque éste no es el mejor momento para incrementar sus recursos. ¿Será, pues, esta necesidad de cultura un medio de adaptación a las circunstancias?
El segundo motivo de reflexión viene a raíz de un artículo que leí ayer que, de entrada, hablaba simplemente de gustos musicales y por qué unas personas sí valoran la música, otras no… Sin embargo, lo realmente curioso no era el artículo en sí, sino la afirmación, casi colateral, de que hay antropólogos que entienden que la música tiene connotaciones eróticas y, de allí, que a algunas personas nos atraiga. Realmente, no diré que lo encuentro absurdo pero sí que no lo había pensado nunca. Creo que en lo último que pienso cuando escucho música es en erotismo ni siquiera escuchando canciones de amor… Está claro que no coincido con estos antropólogos y a pesar de tener recuerdos musicales creo que de todas las etapas de mi vida, nunca lo he relacionado con un recuerdo erótico. ¿Alguna opinión al respecto? De momento, voy a volver a unos momentos operísticos de Salomé de Strauss, a lo mejor algún día descubro que sí, que también asocio la música a ciertas connotaciones eróticas pero hasta este punto sigo pensando que a veces hay puntos de vista tan dispares que por ello resultan incluso absurdos para mí, al menos. Ah, y lo que es casi más importante o tanto, según este mismo artículo, resulta que el gusto por la música es una obsesión… ¿acabaré pensando que soy una obsesiva compulsiva porque me gusta la música? me da que no; fin de los absurdos por el día de hoy. Más bien será que últimamente no acierto con los artículos que leo ;-).

Me pregunto qué tendrán de especiales aquellos días en que te da por pensar… Por algún motivo me siento una esponja emocional, es decir, si alguien a mi alrededor está feliz, se me pega ese sentimiento con una rapidez… que me permite sentir el abrazo que le dan a otro como si fuese propio. Lo mismo si alguien recibe un ramo de flores… Pero del mismo modo, aunque no tan intensamente, se me pega una sensación desagradable cuando alguien tiene un sentimiento negativo. Será por eso que huyo de personas negativas, de víboras que chupan energía porque realmente me agotan. Lo malo es que no se percibe automáticamente esa especie de «aura» que debemos tener todos y que a veces hace que nos apartemos de algo o de alguien que nos da «malas vibraciones». Tal vez el caso más exagerado que me ha ocurrido fue el de una amiga que murió en un accidente de tráfico. ¿Sería ella o su vehículo el que me daban malas vibraciones cada vez que entraba en él? A saber… lo cierto es que aquel día yo no estaba ahí… será porque aún me quedan otras buenas vibraciones que recibir, como el amor en la tercera edad, que consigue despertar en mí sentimientos de lo más tierno, como si me sintiese enamorada por primera vez y eso ocurrió una sola vez y hace tanto…

Hay días en que, por algún motivo, nos sentimos más vulnerables, más sensibles, más… y hoy debe haber sido uno de esos días en que una simple obra teatro ha despertado mi fibra más delicada y romántica Read More Here. Está claro que si algo consigue despertar estos sentimientos es porque en el fondo, en el fondo existen… apuesto a que hay quien nunca o rara vez los tiene y tan raro tiene que ser esto último como estar loco de amor y me refiero a loco de verdad, no a esa expresión tan socorrida y tan poco sincera, que se utiliza a menudo. Bueno, voy al grano, la obra en cuestión se titulaba “Amor d´avar, avar d´amor” o al revés, que mi me memoria sigue tan defectuosa como siempre ;-). Supongo que realmente es así, quien derrocha amor denota generosidad, quien lo rehúye realmente debe ser un avaro. Lástima para los que se lo pierden aunque quién sabe, igual no lo sienten y opuestamente sería un viva para quienes a veces sentimos demasiado aunque a menudo no lo expresemos tanto, claro, que tampoco se trata de ir repartiendo florecitas a diestro y a siniestro. Ahora toca dormir, después de tanto revuelo hormonal. Buenas noches!

Anoche tuve un sueño francamente extraño. El tercero más raro que recuerdo de toda mi vida. Estaba en un ático dúplex y me di cuenta que había una cristalera resquebrajada en el piso. De repente, entró un chico de mirada angelical y llevaba en la mano un diario en el que pude leer «estoy aquí para cumplir vuestro destino». Realmente extrañada, bajamos la escalera hasta la planta baja donde estaban mi madre y mi hermana en la cocina… Rara vez recuerdo mis sueños y cuando los recuerdo, no suelen ser tan extraños. ¿Qué sentido tendrá?

Está claro que la creatividad, en ocasiones, puede ser una fuerte de diversión sin límites. Lo que puede ser un lapsus linguae se puede convertir también en motivo de risa y esto es lo que acabo de provocar hace no mucho rato. En lugar de fortalecer se me ha escapado fortalizar ya que estaba pensando al tiempo que hablaba en fertilizar. El resultado ha sido un mix de lo más absurdo pero también por ello de lo más anecdótico :-). Feliz fin de semana!

Tan difícil es encontrar tiempo últimamente para escribir como descubrir algo interesante sobre lo que merezca la pena.
Sin embargo, en ocasiones, se juntan todos los factores para que así sea.
«El violín rojo» es un buen motivo. Extraña y curiosa. Recomendable también. Sobre todo para practicar inglés, francés, alemán y chino para el que sepa… Cada vez tengo la sensación de que hay menos cosas que me fascinan, menos por descubrir pero a veces sí hay sorpresas agradables. No voy a explicar ni el argumento ni siquiera el tema, fácil de adivinar, por otra parte. Algo más de dos horas bien invertidas en seguir una trama que bien vale la pena y la música, oh, la música…

El viernes iba conduciendo y, de repente, me encontré un libro perdido en medio de la calzada. No lo atropellé, claro, pero me paré a pensar qué mala suerte había tenido el pobre libro de acabar ahí. A mí que me gusta extremadamente ser cuidadosa con mis libros, me dio cierta penita. Será que soy demasiado sentimental… En fin, lo cierto es que me iba en ese momento de camino a la librería a comprar uno de esos libros, que tal vez no me tocarían por edad pero que siguen siendo entrañables: «El libro de los 101 cuentos», ilustrado por Tatiana Hauptmann. Un libro para niños, en definitiva, pero que también gustan a los adultos. Después de hojearlo, porque aún no he tenido tiempo de leerlo, me siento más niña que nunca, atrapada en mundos de fantasías donde puedes soñar libremente y flotar rodeada de personajes de ficción. Altamente recomendable, para todas las edades ;-).